Xian es una ciudad rebosante de historia y cultura ya que fue, durante muchos años de la etapa imperial, la capital de China.
Llegamos a Xian procedentes de Beijing, después de pasar 13 horas en un tren, en nuestro compartimento de primera clase. Es la primera vez en mi vida que viajo en cualquier tipo de primera clase de algo y la verdad es que estuvo genial. Un par de teles pequeñitas, baño -básico- propio, un sillón y una mesita enana eran el complemento perfecto a nuestras literas algo duras pero bien limpias.
La ciudad está muy bien conectada tanto por tren -por este y oeste sobretodo- como por avión. El aeropuerto internacional está situado a 40 kms al oeste y hay buses que os pueden llevar por 25 yuanes por persona.
Para visitarla a fondo os podéis pasar varios días ya que es una ciudad rebosante de historia, con multitud de museos y mucha vida.
La zona más visitada es la que se encuentra dentro de las murallas de la ciudad. Al estilo de la Ciudad Prohibida de Pekín, Xian tiene unos 14 kilómetros de muralla que circunda la Ciudad Vieja. Podéis dedicaros a pasear por ella -lo que os llevará unas 3 horas yendo tranquilamente y disfrutanto del paisaje- o alquilar unas bicicletas por 40 Yuan.
Cuando hayáis hecho un poco de hambre os recomiendo pasearos por el Barrio Musulmán, situado justo detrás de la Torre del Tambor. Os esperan multitud de puestos callejeros rebosantes de pinchos, tortas, frutos secos, dulces, noodles… En definitiva, una mezcla de sabores y olores muy intensa que tenéis que probar sin preguntaros demasiado por la procedencia de la carne o la higiene de los puestos. Si vuestro estómago está ya a prueba de bomba, genial, si no, pues quizá tengas que ir al baño con mayor frecuencia de la habitual por unos días, pero nada más.
Nosotros caminamos por la muralla de la puerta Sur a la Este -donde conocimos a nuestros amigos Kan Hi, de Corea del Sur, y Li Xie Bo, una estudiante china- fuimos a comer unas tortas fritas rellenas de carne picada y gengibre -por 5Y- y vimos desde fuera la Gran Mezquita, la Torre de la Campana y la del Tambor.
La muralla rebosaba de colorido y adornos debido a la proximidad de la principal festividad china: el Año Nuevo Chino. Os recomiendo pasaros cerca por la noche para poder ver la bonita iluminación de todos los adornos.
Para entrar a cualquier punto de interés tendréis que pagar. Esto es un hábito totalmente extendido por toda China, estéis en la zona que estéis.
Después nos dedicamos a vagabundear por las calles del centro, simplemente contemplando el estresante vaivén de gente y coches, entrando en algún supermercado -un vicio oculto que ambos tenemos: el amor por los supermercados de todos los países- y paseando por un mercadillo de pinceles, jade, abanicos, artículos de madera y varias cosas más, que se encuentra justo al lado de la entrada sur a la muralla.
La verdad es que aún nos encontramos en un punto de choque cultural tan intenso que simplemente el caminar por la ciudad y contemplar a sus gentes, oir sus ininteligibles conversaciones y observar sus hábitos ya nos bastan para considerar un día como bien aprovechado.
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¡Perderos por la calles impregnadas de historia de la antigua capital de la China!.
La verdad es que, leyendo los comentarios, se siente unas ganas enormes de irse para allá. Lo más interesante debe ser la gan diferencia entre culturas.
A mí es que Xi´an me recuerda que me dejé la cámara en el tren* y no hubo manera de recuperarla :(
*sí, un auténtico despiste «Momento Escri» :)