El monasterio y los encantos naturales de Sant Miquel del Fai significan una interesante escapada familiar de un día desde Barcelona. Apenas 45 minutos distan en coche desde la ciudad condal siguiendo la carretera C-59.
Sant Miquel del Fai se encuentra a las afueras de la población de Sant Feliu de Codines y en su enclave natural se encuentra una abadía del siglo XV colgada de un fotogénico peñasco. Su historia se remonta al siglo X cuando unos frailes se afincaron en una cueva donde más tarde se levantó el monasterio que hoy día podemos admirar.
El recinto ofrece vistas privilegiadas a los Cingles de Bertí, unos acantilados de fuerte desnivel presididos por el curso del río Tenes que podemos observar desde la magnífica atalaya del montasterio de Sant Miquel del Fai.

La entrada al recinto -visita al monasterio, cuevas y entorno natural- nos costó 8 euros y ofrece un audiovisual donde se relata la historia del monasterio y las leyendas que siempre acompañan a lugares tan históricos.
Lo mejor de Sant Miquel del Fai sin duda es pasear por su entorno y admirar las imponentes escarpas rocosas de Bertí así como la gran cascada que preside el angosto perfil orográfico del valle.
El camino es de fácil acceso y apto para realizar con silla de ruedas o carritos para bebés con la excepción de la visita a las cuevas. Estas, ofrecen una singular mirada a la arquitectura formada por el agua a través de la historia. Las estalagmitas y estalagmitas que encontramos en Sant Miquel no son gran cosa pero sin duda la estructura laberíntica de la cueva de las Toscas significa una divertida aventura para los chavales. En esta misma cueva observaréis que un responsable del centro coordina las visitas y ofrece cascos de protección.
