Durante el segundo día en nuestra visita a Petra volvimos a maravillarnos con la experiencia de atravesar el Siq y encontrarnos con el Tesoro como si de un regalo sorpresa se tratara entre sus sinuosas montañas. Esta vez prometimos no hacer ninguna foto durante el camino para ir más rápido y ver más lugares pero evidentemente más de una foto cayó.
Quisimos subir a lo alto del Siq siguiendo un camino que asciende por la izquierda según la Lonely Planet. No obstante, un guía nos paró advirtiéndonos que ese camino no llevaba a ningún sitio.
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Seguimos pues el camino en dirección a las Tumbas Reales, a la Tumba de Sextius Florentius. Tras visitarlas, nos subimos al Jebel Umm al Amr donde se disfruta de unas maravillosas vistas a la mayor parte del complejo de Petra.
Nos tomamos un té en una cueva cercana al pico con un beduino. El hombre nos indicó el camino a seguir para ver el Tesoro desde lo más alto.
En apenas diez minutos lo encontramos y probablemente se trate del lugar más fotogénico de Petra con el Tesoro y las escarpadas paredes del Siq a tus pies. Estuvimos haciendo fotos durante un buen rato y decidimos volver por el cañón de Wadi Muthlin en lugar del Siq. Pretendíamos realizar una circular ya que ese mismo cañón conecta al final con el inicio del Siq.
Lamentablemente lo vimos negro justo al llegar al estrecho cañón. Estaba repleto de barro e incluso con piscinas de agua que podrían llegar hasta la cintura. Cosas del invierno.
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Optamos pues por volver por la misma senda siguiendo el camino que los nabateos hicieron labrando las Tumbas Reales, el Anfiteatro y las estupendas esculturas sobre la roca hasta llegar al Tesoro. Nos despedimos de él por última vez no sin observar durante un rato las caras de los turistas que llegaban del Siq y se encontraban con semejante regalo del mundo antiguo ante sus ojos.