En nuestra escapada de ocho días por España teníamos como objetivo principal visitar Cuenca y Toledo. Nos lo tomamos con calma y la primera noche dormimos en Peñíscola para luego visitar la ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia.
Partimos de Valencia y en un par de horas y media llegamos a Cuenca. Tomamos la A3 y nos desviamos en Minglanilla a través de la carretera comarcal que discurre por bellos prados sin apenas pueblos a su alrededor.
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Llegamos de noche a Cuenca y el primer contacto visual con las famosas casas colgadas de Cuenca fue memorable. Las luces de noche están perfectamente ubicadas y ofrecen una imagen bella y misteriosa de las verticales paredes y las antiguas casas que se levantan sobre el desfiladero.
Llevaba un par de recomendaciones que me habían dado a través de twitter. Me quedé con una de ellas por ser la recomendación más repetida. Así que nos dirigimos hacia el casco antiguo y aparcamos el coche en un parking en la calle de Ronda del Júcar. Al día siguiente nos sorprendió que estacionar el coche un día entero apenas nos costara 14 euros.
Una vez nos sacamos el coche de encima, nos dispusimos a buscar la posada de San José que nos habían recomendado. Se trata de una casa rural con vistas al desfiladero y hermosamente decorada. Hablamos con el propietario y nos comentó que solamente le quedaba una doble sin baño así que decidimos buscar suerte en otra parte.
Volvimos a la calle principal de Ronda del Júcar y nos topamos con la Hospedería de Cuenca. Nos comentaron que tenían una doble con baño por 70 euros. Fuimos a echarle un vistazo y nos encantó. Quizás las vistas no son lo mejor ya que da a la calle pero la habitación estaba perfectamente acomodada con múltiples detalles, ancha y con un baño moderno y bien decorado. No nos lo pensamos más y nos instalamos. Creo que eramos los únicos huéspedes y me extrañó que la posada de San José estuviera llena en contraste con la maravilla que habíamos encontrado.
Por la noche nos fuimos a comer y encontramos el restaurante mesón Mangana en la parte sur de la plaza mayor. Nos pegamos un auténtico festín de platos típicos de Castilla: gazpacho pastor, sopa castellana, morteruelo y una espléndida caldereta de cordero. Incluyendo el vino, el agua y cafés nos salió por menos de 40 euros y nos encantó el servicio y la comida.
Por la mañana nos decidimos a visitar la encantadora ciudad de Cuenca. A pesar del frío -por debajo de los cero grados- nos abrigamos bien y tras desayunar nos dispusimos a caminar por el casco antiguo.
El casco histórico de Cuenca se encuentra sobre el desfiladero y la combinación de la antigua piedra con el entorno natural hacen de Cuenca una de las ciudades más bonitas de España.
En la parte más norte llegamos hasta la muralla donde se puede realizar un pequeño camino por la montaña donde se tienen las mejores vistas del casco histórico, el puente que cubre la distancia con el convento y, hoy en día Parador de Cuenca, y el precipicio que se abre en el perfil de la montaña.
Pasear por las calles del casco antiguo es una delicia con múltiples detalles que admirar. Existen recuerdos del pasado árabe y estilos arquitectónicos posteriores. La Catedral, situada en la plaza Mayor, también ofrece variados estilos artísticos en su interior. Se inició en el siglo XII, pasó por una época árabe, seguida por una época gótica así como de influencias normandas gracias a la relación de la ciudad con la hija de Eleonor de Aquitania, esposa de Alfonso VIII quien conquistó la ciudad de Cuenca de los árabes.
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No visitamos la parte moderna de la ciudad. Disfrutamos del paseo por la naturaleza y las calles del casco antiguo y nos llevamos un grato recuerdo de nuestra visita.
Muy bonitas las fotos, yo he estado varias veces y cada vez que voy descubro algo nuevo.