Viaje a Karlstad y Värmland: safari de alces en Långberget

El único ejemplar al que pudimos acercarnos algo más, se encontraba cerca del patio trasero de una casa. ©IsraelUbeda/Visitsweden

Tras una inolvidable experencia construyendo una balsa de madera de 2.000 kilos y comprobando, además, que era apta para bajar algo más de 10 kilómetros del río Klara con 6 tripulantes a bordo, pusimos rumbo Noroeste, acercándonos a la frontera noruega, para dejar nuestras cosas en el Långbergets sporthotel.

El hotel está emplazado en un lugar idílico, coronando una pequeña montaña que le da una visión de 360 grados copada de bosques, lagos y naturaleza.

Después de quitarnos la ropa de baño y darnos una buena ducha para entrar en calor, bajamos al restaurante a comer algo antes de que llegara Olaf. El gran Olaf -grande en todos los sentidos, pues era medio gigantón- apareció ataviado con pantalones, jersey, y sombrero verde. Para coronar su extraordinario camuflaje, portaba una pluma de color pardusco pinchada en su sombrero y unas botas oscuras. Si te lo encuentras por la noche en el bosque, no lo ves.

Olaf fue nuestro guía en el safari para avistar alces y aprender sobre sus costumbres.

El gran Olaf hablándonos de los alces sobre el terreno.

Primero nos dio una breve charla en el restaurante del hotel. Nos explicaba que los alces son parecidos en peso a los toros españoles, llegando hasta los 600 kilos. Sin embargo, son bastante más altos y los hay que llegan a medir 2 metros en su punto más alto.

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Se alimentan principalmente de los pinos en desarrollo de los bosques de la zona, impidiendo su crecimiento y convirtiéndose en un considerable dolor de cabeza para los magnates suecos de la industria maderera.

Aunque no son considerados como una plaga, sí que se emiten un limitado número de licencias para que los cazadores los abatan cada año. Según nuestro querido Olaf, en cierto modo es algo necesario. Él es un estudioso de estos animales y alquila su patente de caza a los numerosos turistas -principalmente alemanes- que se tiran todo el año esperando a que acabe el período de veda.

Javi (aka Marco Pantani) y yo subiéndonos a uno de las torretas de vigilancia de los cazadores de alces.

La verdad es que nunca entenderé el «deporte» de la caza.

Nos comentó también el tema de las peleas, a cornada limpia, entre los machos para conseguir el favor de las hembras y poder aparearse con ellas. En esto creo que nos parecemos todas las especies sobre la tierra. Unos se cornean, otros bailan alrededor y otros arriman lo que pueden. ¡Qué simple somos los machos de cualquier especie!.

La clase teórica acabó en el momento álgido en el que Olaf sacó algo pequeño y seco de una urna de cristal y, partiéndolo en dos, nos ayudó a deducir lo que había ingerido el alce antes de soltar el excremento que sostenía en su mano.

Nos montamos todos en una furgoneta y, al poco, nos adentrábamos en la inmensa zona boscosa interrumpida sólo por una red de vías forestales y alguna casa perdida.

Olaf nos dejó prismáticos y nos pegamos a las ventanillas nerviosos por tener la oportunidad de lograr el primer avistamiento del grupo. Ninguno de los principiantes se llevó tan magno premio.

El precioso paisaje que se divisaba desde uno de los punto más elevados. El rio klara, al fondo, corta el bosque en dos.©IsraelUbeda/Visitsweden

Como no podía ser de otra manera, el bueno de Olaf divisó un alce que tan sólo él -y quizá un potentísimo satélite de la NASA- podían ver. Su color de piel -un marrón grisáceo ausente de cualquier brillo- lo camuflaba casi perfectamente con los pinos que le rodeaban.

Era uno de los lugares que teníamos que vigilar más atentamente -una zona de pinos de no más de metro y medio- pero estaba a unos 50 metros de la carretera.

El alce no huye ante los vehículos pero sí cuando percibe la esencia del ser humano. Olaf nos dijo que en cuanto abriéramos las ventanillas para intentar tomar fotos, el animal se marcharía. Y así fue.

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Eran más de las 10 de la noche pero seguíamos teniendo una luz decente. Entrecerramos los ojos y escudriñamos sin parar cada tramo de pinos enanos hasta que, ¡Eureka!, conseguí divisar el segundo alce de la noche.

Unas botas que alguien dejó abandonadas, vigilaban los bosques desde la roca. ©IsraelUbeda/Visitsweden

Esta vez lo teníamos a menos de 30 metros y nos contemplaba con ese aire bobalicón que suelen tener estos mamíferos. Parecía decidir qué hacer cuando bajamos de la furgoneta. Aún tardaron un poco, pero acabaron huyendo a trote ligero.

Un alce puede llegar a correr hasta a 60 km/h. Ahí es nada.

Seguimos el safari realmente emocionados. Por fin parecía querer anochecer y nos dimos algún respiro para tomar bonitas fotos desde un alto de la montaña.

El gran río Klara partía el inmenso bosque en dos, a la par que la belleza natural de todo lo que estábamos descubriendo en este viaje nos partía el corazón a nosotros al darnos cuenta de que nos quedaba tan sólo una noche en esos parajes de Värmland.

El imponente río Klara antes de cruzarlo para regresar al hotel.©IsraelUbeda/Visitsweden

Avistamos hasta 8 alces. Dos se nos cruzaron delante del coche, recordándonos las palabras de Olaf cuando nos avisaba de que había que conducir con mucho cuidado. Un golpe a un bicho así de grande puede dejar muy mal parado no sólo al coche.

El último fue casi llegando al hotel. Una hembra estaba pegada al patio trasero de una casa, a menos de 10 metros de nosotros, y fue la única a la que pudimos fotografiar con cierta calidad antes de que se marchara.

Cuando regresamos a la tienda Sami que se encontraba en las tierras del hotel, una especie de Kebap de alce nos estaba esperando para cenar por segunda vez en el día. Estaba muy rico, pero no puedes evitar pensártelo dos y más veces antes de comer parte de los animales que acabas de admirar.

Tuvimos mucha suerte al ver tantos alces pero me habría gustado poder contemplar alguno con la poderosa cornamenta totalmente desarrollada. ¡Quizá vosotros tengáis más suerte cuando paséis por allí!.

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4 comentarios en “Viaje a Karlstad y Värmland: safari de alces en Långberget”

  1. Pues no puedes perderte esta zona de Värmland!! Es preciosa, sobre todo en verano, y con mil cosas para hacer. Si necesitas cualquier información no dudes en pedírmela. A disfrutar de Suecia!

  2. Viajes de Primera

    Muy buena experiencia, una manera diferente de ver los paisajes suecos y entender la palabra «safari» :-)

  3. ¡Qué vistas más bonitas! Además, la experiencia de ver un alce en su hábitat natural seguro que es impresionante.
    Yo viajo en una semana a Suecia.

    Un saludo!

Los comentarios están cerrados.

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