Tren en Uzbekistan
Cuando el presupuesto no permite tomar vuelos interiores en un país – y el tiempo conspira a favor de uno –, las otras dos opciones de transporte público que le quedan al viajero son el autobús y el tren.
El primer tren al que me subí en Uzbekistán cubría el recorrido Tashkent – Bukhara, aunque el primer billete de tren que me compré era para ir a Urgench, uno de los dos accesos ferroviarios a las inmediaciones del Mar de Aral y el único a Khiva.
Lo perdí. Por primera vez en mi vida – y espero que última – perdí un tren. Lo peor no es que yo llegara tarde sino que el tren, el maldito tren, fue tan puntual y británico que lo ví pasar delante de mis narices. Mientras franqueaba la puerta de la estación y dejaba mis mochilas en la máquina de rayos X a las 14:55, exactamente su hora de salida, veía salir disparados a los vagones en dirección Urgench.
Para confirmarlo, al enseñarle mi billete el policía me hizo el gesto de cruzar los antebrazos frente a su pecho, el equivalente de “no pasar”, mientras un compañero suyo me señalaba al convoy que abandonaba Tashkent indicando que era el que correspondía a mi destino. Y no era plan correr, con aspecto más de tortuga que de Usain Bolt, por el andén, aunque me hubieran llegado a franquear el paso.
Dentro de la mala suerte de haberme quedado en tierra, al menos en Uzbekistán si pierdes un tren puedes solicitar un reembolso parcial del importe del billete, y eso fue lo que yo hice cuando dejé de maldecir mi estampa.
Saliendo del edificio principal de la estación, en un anexo a la derecha están las taquillas, donde yo había comprado el billete – pero en una taquilla normal, no en la sala con el rimbombante cartel de Railway Cash Desk For Non-Residents of the Republic of Uzbekistan, puesto que estaba cerrada -, y en una de ellas, la 7 ese día, me tramitaron la devolución de parte del importe.
De los 41.000 soms que me costó el billete que no pude usar, me devolvieron 26.000 soms, perfectamente contados por la empleada en la máquina, la misma que usan los cajeros en los bancos. Sobre la marcha, y en función de los destinos de los siguientes trenes que salían esa tarde, me decidí por pagar 32.000 soms e irme a Bukhara, en tren nocturno y una litera en clase platskartny, a las 20:45.
Revisores de un tren de Uzbekistán
Compañeros de viaje en un tren por Uzbekistan
En Uzbekistán, para largos recorridos y viajes nocturnos, se puede comprar un billete en spalny (compartimento de 2 literas), Kupé (compartimento con 4 literas), platskartny (compartimentos abiertos, 4 literas en cada uno y en perpendicular, al otro lado del pasillo, 2 literas que de día son asientos y mesa).
Si uno está realmente necesitado de ahorrar hasta el último som, el trayecto es corto o quiere autoflagelarse metafóricamente, puede arriesgar la integridad de su columna vertebral viajando en obshi: en asiento duro y sin comodidad alguna.
Además de los cuatro tipos de asiento, y porque en la variedad está el gusto, hay tres tipos de tren en los que uno puede acabar viajando: skory, skorostnoi y passazhirski. Unos son más rápidos que los otros pero la duda sobre a cual nos subiremos se resuelve en taquilla, preguntando la duración del trayecto y el precio, porque los recursos para informarse previamente en Internet son casi inexistentes.
Lo que no son inexistentes son las opciones para comer en los ferrocarriles. Nadie pasa hambre ni sed cuando afronta un largo recorrido en tren por Asia.
Aparte del empleado que se pasea ofreciendo – y llevando – comidas a los pasajeros que lo piden, de las paradas que se hacen donde uno puede bajar a comprar comida, de los vendedores que se suben durante las mismas y de un vagón restaurante por convoy, en Uzbekistán en cada vagón hay también una máquina dispensadora de agua hirviendo.
Aunque así dicho parece que no tenga relación con la alimentación, hablo de una pequeña caldera y depósito que sirve para calentar café, té, fideos chinos o cualquier cosa que hayamos comprado en la estación o fuera de ella.
Nosotros, o nuestros compañeros de “compartimento”. Si lo pongo entre comillas es porque, como ya he dicho, en plastkartny no existe esa puerta que te aísle del resto del vagón. Uno lee, dormita, reflexiona o contempla el paisaje en comunidad con cualquiera que circule por el pasillo o se haya sentado en una litera.
Leyendo el periódico en un tren de Uzbekistán
Durmiendo la siesta en un tren de Uzbekistán
El idioma no es una barrera cuando hay sonrisas y se le ofrece al extranjero un pedazo del pan que hay en la mesa o un vaso de vodka. O dos, porque en un compartimento – este sí, cerrado, y teóricamente sólo para empleados del ferrocarril – junto al de los revisores iban a dormir tres jóvenes uzbekos con los que compartí un rato de risas y comida.
A ellos les regalé cuatro chuchvaras – una especie de samosas que había comprado en un bar enfrente de la estación – y ellos me invitaron a carnes frías, embutidos y, por supuesto, vodka de Uzbekistán, alto en graduación alcohólica y bajo en remilgos.
Tuve que retirarme temprano de su fiesta particular. Soy perfectamente consciente de cuándo el undécimo vaso de vodka – que se bebe de un trago y que se acompaña, pero no mezcla, con un vaso de coca cola después de ingerirlo – puede empezar a provocar exaltaciones eufóricas de la hermandad entre países.
A ellas siguen declaraciones de amistad eterna, regadas por más vodka de ese que jamás hubiera cruzado las fronteras sanitarias de Europa. Además de que el tren irá parando cada dos o tres horas en algún andén desconocido para mí – con el consiguiente trasiego de pasajeros somnolientos que suben y bajan – en cuanto el sol se desperece y amablemente acaricie la ventanilla, sé que mis párpados ya no volverán a cerrarse, así que necesitaba algunas horas de descanso.
Viajar en tren por Uzbekistán, como en India, China o Sri Lanka, es una experiencia obligatoria. Y si uno además esconde en la mochila sus miedos y renuncia a un poco de comodidad, no llegará a su destino decepcionado sino un poco más rico: en experiencias y en humanidad.
Fotos | Avistu
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Muy bueno, e interesante, me fascina viajar en tren, y esa zona del globo debe de ser impresionante hacerlo.
Te retiraste en el undécimo?…maric…éso antes no te pasaba..
Gracias, Octavio! Viajar en tren para mí siempre es una experiencia :)
David, ya sabes que yo soy más de rones que de vodkas…aunque tengan una guindilla dentro :)
Tu lo has dicho ;-)
Hola. Quisiera que me cuenten cómo empezaron a viajar, que tipo de profesiones les permiten hacerlo-y cualquier otra cosa que quieran- porque siempre quise hacerlo pero, por el momento, no pude. Les cuento que tengo 22 años, soy argentina, estudiante universitaria y, aunque me falta un largo trecho, me gustaría ir preparándome para mi futuro de viajera.
PD: Desde ya, te felicito. Mi sueño es conocer Medio Oriente…
Gracias.
Nuestro periplo por Uzbekistán incluyó dos trenes pero volviendo desde Bujará, llegamos hasta allí en taxi desde Jiva porque nos dijeron que Turkmenistán había cerrado la frontera y el tren que las unía estaba cortado.
El Sarch desde Bujará hasta Samarcanda y el Registan desde Samarcanda hasta Taskent.
En el primero íbamos en asiento normal y nos pusieron una película pirata en la tele… hasta que decidieron que era demasiado violenta y lo cambiaron por una serie de televisión en la que una unidad de spetsnazs salvaba al mundo :-). En el segundo compartimos compartimento con una madre con sus dos hijos y un estudiante.
Hola de nuevo! A pesar de que estudio Letras, me expresé bastante mal. Lo que quería que me contaran era como empezaron a viajar, es decir, como obtuvieron el dinero, qué conocimientos sobre rutas, medios de transporte, alojamiento, etc tenían LA PRIMERA VEZ QUE SALIERON DE SU PAIS DE ORIGEN. Realmente me ayudaría. Gracias.
Hola Anto,
Yo no empecé a viajar “en serio” hasta que me fuí a vivir a Irlanda. En España sólo hacía viajes por el país o las islas con alguna escapada ocasional a Londres.
Viviendo en Dublín conocí a gente que se iba varios meses o un año entero a recorrer el mundo y no sólo no estaba mal visto sino que no era una dificultad para encontrar un trabajo a la vuelta. Mi primer viaje fuera de Europa fue por aquel entonces, quince días por Chile y Argentina. Al año siguiente me fui un mes a recorrer Perú y unos meses después dejaba mi trabajo y me iba 12 meses por Asia y Oceanía. A la vuelta, encontré otro trabajo y al terminarse el contrato volví a India y a Sri Lanka. Volví a Irlanda, encontré otro trabajo y al terminarse el contrato me fui a recorrer Oriente Medio… Como ves, había un cierto patrón :)
A los destinos, cuando se trata de un viaje de más de un par de semanas, llego con una guía de viaje para al menos orientarme los primeros días. Las rutas y alojamientos suelo decidirlos sobre la marcha, el mismo día o la víspera si hay que reservar medio de transporte. La verdad es que un libro o páginas web te van a dar ideas como orientación pero hasta que no pises el sitio y veas de primera mano como son las cosas, no conviertes una idea, un borrador, en realidad.
¿El dinero? Ahorrando de aquí y de allá, por supuesto. Y en los viajes largos mirando el dinero, que no es lo mismo el alojamiento para quince días cuando tienes un sueldo que cuando no lo tienes.
Un saludo y espero que viajes pronto :)
J
Hola JAAC,
Menudo peliculón que debió ser el de los spetsnazs y vaya carretera la de Bukhara a Khiva, ¿eh? Del Sarch y el Registán había oido hablar (en la página enciclopédica sobre trenes de seat61) pero creo que mis trenes no tenían ni nombre. Eso sí, había vagón restaurante local, local, y del que no pude hacer fotos porque un policía me dijo que de eso nada :)
Un saludo,
J
Avistu, es así, ahorrando antes y durante los viajes largos, y sobre todo mirando bien los precios cuando estas en el destino.
Saludos.
Hola Octavio,
No me quiero imaginar cómo de complicado lo tendrás tú, que en realidad sois “vosotros” :)
Un saludo,
J
Cuando es lo que te gusta, te quitas de muchas cosas banales el resto del año, y merece mucho la pena, porlomenos a nosotros :))
Saludos.
Muchas gracias por responder. Temía que me dijeran que heredaron una fortuna o algo parecido y adios sueño de viajes.La respuesta sencillamente me encantó. Les agradezco también por eso. Que tengan -tengamos- un 2012 muy viajero. Saludos.