¿Viajar a Myanmar con libertad?

Myanmar Reflexiones
Bagan, Myanmar

Bagan, Myanmar

La palabra «libertad» tiene diferentes connotaciones según el contexto en el que se utilice. En la mayoría de países occidentales contamos con un derecho fundamental que nos permite decidir el futuro político de cada estado acudiendo libremente a las urnas. Algunos hemos nacido cuando ya era así, otros conocieron tiempos en los que la palabra «libertad» era un auténtico símbolo por el que llegó a lucharse encarnizadamente.

Sin embargo, hoy en día y pleno siglo XXI, siguen existiendo muchos países donde la libertad es un bien escaso por el que se pelea o se debe pelear.

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Tras las elecciones que acaban de tener lugar en el país, Myanmar puede haber dejado de ser uno de ellos.

Viajé a Myanmar, conocido también como Birmania o Burma, en 2011 y agosto de 2015. Las diferencias entre ambos viajes me resultaron más que palpables.

Viajando por Myanmar en 2011

Monjas budistas en Mandalay

Monjas budistas en Mandalay

En 2011 el pueblo estaba sumido en una gran desinformación, tanto de lo que ocurría en el exterior como sobre lo acontecido en otras regiones del mismo país. Casi nadie tenía acceso a un servicio de internet que, caro y lento hasta la desesperación, no permitía la lectura de muchas de las páginas de noticias extranjeras u otras que pudieran dar lugar a la germinación de ideas subversivas.

En cuanto a la libertad de prensa, simplemente no existía. Alguna radio pro-revolucionaria operaba desde el norte de Europa y era complicado captar su señal. Los medios informativos del país estaban controlados por la Junta Militar y su brazo político (USDP), instaurado cómodamente en el Gobierno tras unas elecciones claramente fraudulentas. Las únicas «noticias» que se podían leer eran sucesos, algo de Historia reciente y manipulada, y cualquier otra cosa que ensalzara y engrandeciera a los mandatarios.

Los teléfonos móviles (no hablo de smartphones sino de los viejos terminales carentes de servicios de internet) eran un bien de lujo, con las tarjetas SIM vendiéndose a 500 dólares, una cantidad que sólo la gente de las altas esferas de la sociedad había llegado a ver junta alguna vez.

Junto al puente de U Bein en Mandalay

Junto al puente de U Bein en Mandalay

La gasolina – en un país rico en recursos naturales y piedras preciosas- estaba racionada de tal manera que se formaban enormes colas una vez a la semana para poder repostar.

Durante 3 semanas recorrí los centros turísticos de mayor importancia: Rangún, Mandalay, Bagan, Inle y el pequeño Hsipaw. Debido a los enfrentamientos militares que asolaban parte del país y a la corrupción reinante en tantos otros sitios del mismo, no se permitía visitar mucho más.

La sensación que capté era que el pueblo birmano tenía una bondad e inocencia infinita, de corazón, y que parecía soportar pacientemente la injusticia que llevaba ocurriendo durante décadas. Tan sólo en Bagan conocí a un tipo con ciertas inquietudes rebeldes, por las que ya había sido castigado al ser detenido durante una manifestación.

Soe Lay y yo tuvimos varias conversaciones «comprometidas» en las que cargó contra los mandatarios de la Junta. Estábamos en un trozo de arena anclado en medio del río Irrawaddy. Allí nadie podía oirnos. En esta época aún te podían detener por hablar mal sobre los gobernantes y no eran pocos los espías que se infiltraban en cafés, restaurantes u otros lugares de ocio donde pudieran reunirse intelectuales u otros elementos subversivos.

Era un país amedrentado y necesitado de un cambio y así lo percibí.

Viajando por Myanmar en 2015

Verduras en el mercado de Kengtung

Verduras en el mercado de Kengtung

Mi viaje de agosto 2015 lo realicé desde una perspectiva totalmente distinta. Visité prácticamente los mismos lugares que en 2011 (excepto el cambio de Hsipaw por Kengtung y sus alrededores) pero esta vez lo hice como guía de un grupo de turistas españoles. Aunque la aventura fue, obviamente, menor, sí que tuve acceso a una visión más profunda de la situación social, ya que pude hablar largo y tendido y sin remilgos con los guías locales que trabajaban para la agencia subcontratada en Myanmar.

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Las cosas habían cambiado muchísimo… Y, en casi todo, para mejor.

El simple hecho de que pudiera tener esas conversaciones con los guías ya decía mucho. Nadie podía hablar con tal libertad cuatro años atrás. Uno de ellos incluso no se cortó en criticar amargamente al Gobierno en el autobús con el que nos movíamos.

Cuál fue mi sorpresa al comprobar que los hoteles en los que nos alojábamos tenían Wi-fi disponible; muchos jóvenes caminaban por la calle mirando la pantalla de sus smartphones; el tráfico era voraz en las grandes ciudades (antes apenas existían coches); y la gente podía comprar periódicos escritos por miembros de la oposición.

campos-kentung

Pero no todo podía cambiar en cuatro años.

La gente sigue teniendo pocos recursos económicos a pesar de que el país sigue siendo muy rico. Son los militares quienes se lo quedan todo.

A pesar de que el gobierno de Thein Sein ha sido mucho más aperturista que el de sus predecesores, la corrupción está totalmente instaurada en el seno de la Junta y son los generales y otros altos mandos los que se embolsan la mayor parte de las ganancias generadas por la explotación de la teca, el jade, el petróleo, etc.

Además, sabiendo que llegaban unas elecciones en las que tenían todas las de perder, parece que se estableció un momentum de «coge todo lo que puedas y corre» y el saqueo en los últimos tiempos ha alcanzado cotas deleznables. Muchas de las minas y otras explotaciones se han vendido a sus vecinos chinos, perjudicando al pueblo birmano y engordando sus ya monstruosas cuentas en dólares que mantienen en paraísos fiscales.

Eso sí, viajar por el país es más fácil ya que las carreteras y medios de transporte han mejorado ostensiblemente.

Viajar por Myanmar a partir de ahora

Vistas desde la colina de Sagaing

Vistas desde la colina de Sagaing

En las elecciones de noviembre de 2015 por fin ha vencido (ya lo hizo en 1990 pero no se reconoció el resultado) el NLD, el partido de la famosa premio Nobel Aung San Suu Kyi.

The Lady, como es conocida por sus acólitos, es, paradójicamente, hija del general que gobernó la nueva Birmania independiente tras un pacto con los ingleses. El padre fue asesinado por otros militares y ahora el círculo se cierra.

Ella no podrá gobernar porque la Constitución prohíbe hacerlo a aquellos que tengan hijos que no sean 100% birmanos. Sus vástagos son medio británicos. Pero da igual, porque ya ha dicho que será la presidenta en la sombra y será ella la que controle los desiginios del país. Pero no tiene un poder absoluto.

Ava

Por ley, el 25% de los asientos del Parlamento birmano están asignados a los militares. Teniendo en cuenta que cualquier cambio en la Constitución, o medida de gran calado, debe tener un apoyo de más del 75% de la Cámara, está claro que The Lady tendrá que tener mano izquierda con los anteriores gobernantes. Así se lo ha hecho saber a Thein Sein, ofreciéndole un gobierno conjunto en el que el NLD tendría el mayor peso que le corresponde por el el resultado de las urnas.

No sé lo que saldrá de la nueva situación. Ojalá la riqueza de este inmenso país se redistribuya de forma más equitativa; cesen los conflictos étnicos que asolan a tantas áreas cerradas ahora al visitante extranjero; la educación y el trabajo sea algo accesible a todo el mundo; y, en definitiva, sus buenas gentes tengan una mejor calidad de vida.

Es muy probable que el viajero que visite Myanmar dentro de unos años note un cambio tan grande, o mayor, que el que yo percibí. Quizá se abran al turismo muchas zonas que jamás fueron tocadas: los estados del norte y oeste, las magníficas playas e islas,… Es un país que tiene mucho que ofrecer y del que sólo se nos muestra una pequeña parte, como esa mujer bella cuya larga falda sólo nos deja ver sus tobillos y quedamos embrujados por su mirada y sus bellas formas.

Aung San Suu Kyi tiene una difícil y larga labor por delante. Esperemos que consiga una mayor felicidad para tan noble pueblo.

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TFW

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2 Comentarios
  • David 30 noviembre 2015
  • Avistu 26 noviembre 2015
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