Llegan las vacaciones y, con ellas, la búsqueda de un lugar donde poder desconectar por unos cuantos días. Playa o montaña; turismo activo o relajación absoluta; turismo urbanita e histórico o la búsqueda de uno mismo en la madre naturaleza… Son muchas las opciones.
La zona del Valle del Cabriel cubre varias de ellas.
Haz click para más info y llévate un 5% de descuento.
Durante el fin de semana que pasamos en el Balneario de La Concepción pudimos disfrutar de la naturaleza, realizamos senderismo, nos bañamos en el río Cabriel y nos relajamos en los baños termales del complejo. Además, aprovechamos para hacer una breve parada en el mesón El Mirador de Alcalá de Júcar para degustar el embutido propio de la tierra. Todo eso en sólo 48 horas y tomándolo con mucha calma.
El río Cabriel comienza su andadura a 1.620 metros de altitud, desde algún manantial de Albarracín, enclavado en el sistema Ibérico, dentro de la provincia de Teruel. Desde allí recorre más de 200 kilómetros hasta que se une al Júcar en la localidad de Cofrentes.
El Balneario de la Concepción se encuentra en un lugar muy cercano a este último punto donde el Cabriel pasa a unir sus fuerzas con el Júcar en su alocada carrera en busca del mar. Las aguas del afluente me parecieron mucho más limpias y claras que la del río matriz, al menos en esta zona.
Estando alojados en las cabañas rurales del balneario, nos informamos de las actividades que podíamos realizar en la zona y nos dirigieron a la empresa con la que colaboran: Ambientanet. Podéis llamar por teléfono (967 110 586) pero el personal se encuentra allí mismo y podréis hablar con ellos para concretar cualquier cosa que queráis probar.
Rafting y barranquismo
Aunque hay parte del Cabriel donde hay suficientes rápidos como para hacer un rafting que te dispare los niveles de adrenalina de una manera muy decente, la zona que pudimos ver nosotros no me lo pareció. El agua baja rápida y clara cuando abren la presa-lo cual hace que se haya de tener mucho cuidado al bañarse- pero no existen saltos de suficiente nivel.
A mí me encantan los deportes de remos y río -kayak, canoa y rafting- así que llamamos para informarnos y nos confirmaron lo que aprecié sobre el terreno. Durante todo el año, ofrecen un recorrido de casi dos horas en el río a una velocidad perfecta para convertirse en una buena experiencia familiar o un bautismo de fuego para aquellos que nunca hayan probado esta especialidad.
La actividad de barranquismo consiste en la bajada por el cauce seco de un río utilizando técnicas de rapel.
El precio para los adultos es de 32 euros/pax el rafting y 35 el descenso de barranco.
Bicicletas
En el balneario existía la posibilidad de alquilar bicicletas para pasear por los senderos de los bosques colindantes. A mí es una de las formas de transporte que más me gusta -de hecho, vendí mi coche en 2013 y, desde entonces, me muevo en bici por la ciudad y los pueblos de alrededor de Alicante-, sobre todo si estoy en la naturaleza.
Sin embargo, teníamos poco tiempo y, al elegir una ruta larga de senderismo, nos quedamos sin probar las bicis.
El precio del alquiler es de 5 euros/hora o 10 euros/día. Claramente conviene el alquiler diario.
Senderismo
Esta es la opción que elegimos nosotros.
La zona donde está ubicado el balneario está cubierta por una alfombra de bosque mediterráneo. Los pinos carrascos ocupan casi toda la superficie pero también los chopos se agolpan cerca de la ribera del río. Los matorrales también abundan, como el romero, algo de tomillo y unos arbustos de moras silvestres que comimos a la vera del río.
Pincha aquí para hacer tu reserva.
En recepción nos dieron un plano con 10 rutas de distinta dificultad. Todas ellas comenzaban en el balneario y serpenteaban por aquí y por allá, unas bordeando el Cabriel y otras adentrándose en las colinas circundantes. Tres de las rutas no estaban señalizadas de ninguna manera y debían seguirse utilizando tecnología GPS.
Teniendo en cuenta el calor que hacía, nos decidimos por una de las rutas de dificultad media que se mantenía, durante varios kilómetros, pegada a uno de los márgenes del río.
Salimos caminando del balneario y cruzamos un par de rotondas para entrar al minúsculo pueblo de Villatoya. No tardamos ni cinco minutos en ver el típico cartel con el nombre del pueblo cruzado por una línea roja en diagonal. Villatoya dormitaba bajo el calor pero cuando regresáramos, a punto de anochecer, todo sería muy distinto.
Unos 150 metros más allá comenzaba la senda de piedra y tierra que bordeaba el río por unos pocos kilómetros. Era cerca de las 1.30 de la tarde cuando llegamos a esta zona y no tardamos en buscar un lugar donde poder bajar la pendiente que nos llevara a las aguas del Cabriel.
El agua del río era limpia y fría como el hielo, lo cual se agradeció bajo los más de 30 grados que hacía que los chorros de sudor que resbalaban por mi espalda rivalizaran con el caudal del Cabriel. Nos bañamos cerca de la orilla porque la corriente tenía la suficiente fuerza como para arrastrarte en cuanto te despegaras de ella. Sentí un placer instantáneo en cuanto toqué el agua.
Fue muy difícil sacarnos de allí pero nos pusimos en marcha de nuevo después de media horita de relax.
Continuamos una horita más bajo el calor de un sol de justicia hasta que paramos a comer unos bocatas a la sombra de un gran pino, tras pasar por una zona de viñedos.
Aunque el sendero continuaba, el calor y las ganas de volver a bañarnos en el río en un par de lugares que habíamos podido ver a la ida hizo que decidiéramos regresar tranquilamente. Nos volvimos a sumergir en las aguas del Cabriel en una zona de baños junto a Las últimas casas de Villatoya.
Allí, con las piernas dentro del agua, dejamos que la tenue luz del atardecer y el río nos relajaran mientras disfrutábamos de la experiencia.
Atravesábamos Villatoya con las últimas luces del día y el pueblo bullía con un gentío que celebraba una especie de fiesta de disfraces en la que parecía participar todo el municipio. En otras circunstancias habría sido un buen reclamo para nuestro lado fiestero, pero, en esta ocasión, el cansancio y el hambre nos incitaba a decidirnos por una buena ducha en nuestra cabaña y una cena que habría repuesto a un muerto.
Reserva tu viaje con las mejores herramientas por orden de prioridad:
Si hubiera tenido más días en la zona me habría gustado explorarla más a fondo. Quizá con otras rutas en bicicleta o incluso realizar el tranquilo rafting. ¡Habrá que dejarlo para la próxima visita!.