Cuando recuerdo el fin de semana que pasé en Uribe, no puedo creer que hiciéramos tantas actividades en tan poco tiempo. Esta comarca de Euskadi reune las condiciones perfectas para disfrutar de la vida al aire libre: buenas playas con olas más que decentes para la práctica del surf; escarpados acantilados donde el viento ayuda a aquellos que quieren probar el parapente; bosques y montes por los que caminar respirando aire limpio; y unos pueblos que nos ofrecen una exquisita gastronomía. ¿Qué más puedes pedir?.
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Otras actividades, algo menos comunes, que realizamos en Uribe fueron:
Índice de contenidos
Paseo a caballo en el castillo de Butrón
Cuando llegué montado en mi gran corcel marrón oscuro, llamado Hemir, a la puerta principal del imponente castillo de Butrón, me sentí como un personaje de la serie Juego de Tronos. Lástima que los que me acompañaban no eran los mejores guerreros de los Siete Reinos (sin faltar a la grata compañía que tenía en ese momento, ¿eh?).
La empresa Hípica Butrón posee un complejo justo al lado del castillo donde la gente puede alquilar un caballo para dar un paseo guiado o, si quiere ir algo más allá, aprender a montar. Nosotros optamos por la primera opción y nos equiparon con un casco antes de asignarnos nuestros corceles. Los nombres de algunos de ellos – como Gandalf y Atreyu – auguraban un divertido paseo.
Cuando le dije a Dani (el chico que nos guiaría) que yo había montado un par de veces en mi vida, decidió asignarme el caballo más grande y experimentado de todos. Hemir tenía un porte hermoso, siendo yo el que no daba la talla. El pobre animal debió sentirlo, porque a veces decidía tomar un poco la iniciativa ante mi clarísima inexperiencia ecuestre.
Realizamos una corta ruta por los bosques de alrededor del castillo, en paralelo al río Butrón. El castillo de Butrón fue levantado en el siglo XV (historia)
Al finalizar la ruta me despedí del gran Hemir y fuimos a encontrarnos con los chicos de la empresa Ocioaventura. Íbamos a sentir la adrenalina de recorrer los montes en 4×4.
Recorrido en 4×4
A pesar de la potencia que se podía adivinar a los fuertes muslos de Hemir, nada era comparable a la que tenían los dos jeeps que abordamos para realizar la ruta por los caminos del monte Jata y alrededores.
Nuestros pilotos y guías eran auténticos expertos en la materia, habiendo realizado verdaderas aventuras, no sólo por España, sino también recorriendo complicadas rutas del norte de África, donde las arenas del desierto exigen grandes dosis de destreza y experiencia al volante. El trazado que recorreríamos aquella tarde era para ellos coser y cantar.
Comenzamos con una ascensión por la costa, hasta llegar al mirador desde el que pudimos divisar la bella ermita de San Juan de Gaztelugatxe. El lugar está considerado como uno de los puntos más bellos de la costa española. Después llegó el turno de sendas más complicadas, donde los jeeps pasaban por zonas de barro, agua, ramas y rocas como si de una pista lisa se tratara.
Así llegamos hasta un mirador del monte Jata desde el que contemplamos la población costera de Bermeo. Justo unos minutos antes se había disipado una densa niebla que hizo más emocionante el ascenso por las pistas. Tuvimos suerte.
La última parada la realizamos en un lugar anónimo de la bella costa vasca, dejando los jeeps a un paso del abismo, con el viento azotando con fuerza. Una experiencia que no se tiene todos los días.
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Tirolinas y paseo por los árboles de Akarlanda
La primera actividad que realizamos en el completo fin de semana que pasamos en Uribe, acabó siendo una de las más divertidas.
A pesar de las malas previsiones metereológicas, el sol decidió abrirse paso con fuerza entre las densas nubes del norte y la tarde nos mostró el colorido de los árboles del Forestal Park de Bilbao en todo su esplendor.
Allí nos recibieron las chicas de Akarlanda. Tras una breve presentación, se pusieron manos a la masa y nos explicaron cómo funcionaban los arneses y cuerdas con los que íbamos a recorrer las copas de aquellos altos árboles. El sistema es muy bueno, porque con un sencillo mecanismo de doble seguridad, te permite ir haciendo todo el recorrido solo y a tu ritmo.
Comenzamos ascendiendo unas escaleras de cuerda para lanzarnos por nuestra primera tirolina, a escasa altura del suelo. Así llegamos a otro árbol y volvimos a subir otro poco. Y otro. Y después otro. Para pasar de árbol a árbol no siempre usamos el método de tirolina sino que hay varios puentes con cuerdas, tablas, hilos metálicos y otros retos distintos. El tema es mantenerte entretenido para evitar que mires abajo y te preguntes qué haces ahí colgado, pudiendo elegir otras maneras mucho más placenteras de morir. Bueno, no os preocupéis, que andaréis atados al cable por un mosquetón y otra pieza (le llamaban “C” por su forma) de seguridad.
Después de varios ascensos llegas a la zona de tirolinas que ya están a cierta altura. La más emocionante de ellas es una que te hace sentir que saltas al vacío, para después ser frenado tu vuelo por una gran red. Una pasada.
Cuando bajamos de los árboles vimos a un gran grupo de chiquillos practicando en la zona más sencilla. Estaban celebrando un par de cumpleaños. Una forma muy original y sana de hacerlo.
En el parque existen distintas zonas para todos los niveles. Elige una (o varias) y ¡a disfrutar de la naturaleza y la adrenalina!.
Vinos submarinos en la costa de Gorliz
Nuestra última actividad del fin de semana fue una auténtica sorpresa.
Nos encontrábamos realizando coasteering por los acantilados de Gorliz cuando giramos un recodo y vimos un barco en una cala. Se trataba de la embarcación de Crusoe Treasure, una empresa local y pionera en el campo de la enología.
Los vinos que comercializa Crusoe Treasure se conservan en las profundidades del mar, siendo la primera bodega y arrecife del mundo. Son varias las nuevas especies marinas que acuden a esta costa de Gorliz cada año desde la existencia de este arrecife artificial.
Subimos a bordo y sus dueños nos explicaron todo sobre la empresa y el vino mientras tomábamos algunos aperitivos al sol. Cuando probamos aquel tinto, nos dimos cuenta de que el método de conservación funcionaba genial. Estaba buenísimo.
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Fue la mejor forma posible de poner el broche de oro a un inolvidable fin de semana.