Pasamos tres días en la ciudad de Cuzco relajándonos un poco después del largo viaje desde Argentina pasando por Santiago de Chile, y aclimatándonos a la altitud -3.400 metros- a la que se encuentran estas tierras que fueron testigo del gran Imperio Inca hace más de 500 años.
Le preguntamos a Rubén, el chaval que conocimos en la agencia -tiendecita- de viaje, cosas para hacer para ocupar los días que pasaríamos allí y nos recomendó encarecidamente hacer el tour del Valle Sagrado.
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Al día siguiente, algo antes de las 9 de la mañana, un pequeño bus con más turistas nos recogía cerca de nuestro hostal y nos alejaba de la ciudad por las serpenteantes y estrechas carreteras cusqueñas.
La primera parada fue el mercado de Pisac, un pueblecito situado en la depresión del Valle Sagrado que vive de la agricultura y artesanía. En el mercadillo, sus gentes vendían todo tipo de obras de barro, cerámica y prendas coloridas entre otra cosas. Yo compré un ajedrez pintoresco con figuras de conquistadores españoles e Incas hechas de madera liviana. Nos quedaban sólo unas 4 semanas de viaje pero el ajedrez no llegó a Europa conmigo, sino que me lo dejé en un hostal boliviano. Siempre seré un desastre para estas cosas.
Tras visitar fugazmente el pueblo de Urubamba y almorzar algo en un restaurante local, llegamos -ya por la tarde- a la fortaleza y ciudadela de Ollantaytambo. Un paseo por las callejuelas del pueblo nos llevó a la fortaleza que fue construida por los Incas para vigilar la entrada al Valle y controlar así las invasiones de sus enemigos. Al llegar allí nos encontramos con una especie de sistema de terrazas de piedra con algún edificio precario que no pasaba de pequeñas casas medio derruidas. Como curiosidad poneos en las terrazas mirando hacia la montañita que tenéis en frente e intentad encontrar la famosa cara del guerrero Inca formada por las rocas. Algo así como la cara del Moro del Castillo de Santa Bárbara de mi querida terreta alicantina.
Nuestra última parada llegó al atardecer en el pueblecito de Chinchero. Les encantará a los amantes de los instrumentos musicales peruanos, artesanía y sus prendas coloridas que tan buenas son para protegerse de los fríos inviernos. Todo esto y mucho más podrás comprar en el mercadillo que se monta en una placita cercana a las famosas ruinas de la hacienda real de Túpac Inca Yupanqui. El contraste de las civilizaciones española e Inca se ve una vez más representado cuando contemplas los frescos del templo colonial construido sobre las ruinas de una edificación Inca.
Llegamos reventados a Cuzco cuando ya casi caía la noche.
El tour sale por unos 13 euros y no incluye las entradas a los recintos históricos. Os recomiendo comprar el boleto turístico de Cusco –lo venden en casi todas las agencias turísticas- con el que podéis acceder a todos los monumentos de la ciudad y del Valle Sagrado por unos 12 euros.
Sin duda algo que debéis hacer si os encontráis en la ciudad donde se procesa la cervecita cusqueña.
TFW
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