En nuestro empeño por demostrar que la isla de Tenerife es mucho más que playas, sol y menús baratos para los turistas, estuvimos cinco días explorando las muchas posibilidades que ofrece la cuna del Teide.
Desde el punto de vista de actividades deportivas, la variedad es muy amplia. Después del parapente, kayak, senderismo, paseo en helicóptero, en bicicleta y el frustrado intento de buceo, decidimos ir también a por el surf y la escalada.
Surf en la playa Martiánez
El tema de coger una tabla e intentar, como buenamente se pueda, cabalgar sobre las olas del mar, es algo que engancha mucho. Al menos así me ha ocurrido a mí.
Probé el surf por primera vez en mi vida en el 2012, en las playas cántabras de Somo y Loredo. Después realicé un curso de una semana en la playa de Famara, en la isla de Lanzarote. Ya controlando un poco más, probé suerte de nuevo en el Cantábrico, donde baña la comarca vasca de Uribe, el pasado mes de octubre.
Ese fue el curriculum vitae surfero que le relaté al amigo Adrián cuando nos encontramos en la playa de Martiánez, en Puerto de la Cruz.
Adrián y su hermano Raúl fundaron AR2surfproject, una empresa dedicada a organizar actividades deportivas en la isla de Tenerife, centrando su oferta en el surf, paddle surf, longboard y bodyboard. Tienen una escuela donde imparten clases particulares o grupales. Su base es la playa del Socorro, en los Realejos, pero ese día la marejada existente nos hizo emigrar a Martiánez.
La temperatura era agradable y la playa, de piedra y arena, estaba casi llena de turistas que habían escapado del oscuro otoño de sus países de origen.
Nos pusimos el equipo necesario -bañador y camiseta- y cargamos las tablas hasta la playa. En la orilla, Adrián nos dio una breve explicación técnica de cómo debíamos hacer las cosas en el agua. Yo tenía cierta idea pero mi compi, Paco Nadal, iba a probar por primera vez el arte de surcar las olas.
La playa era distinta a las otras en las que había surfeado anteriormente. Un dique de piedra dirigía un poco las olas, que se creaban en la parte central de la playa a cierta distancia de la orilla. Con mis escasos 7 días de experiencia acumulada, aquellas olas eran de las más grandes que había enfrentado hasta el momento.
Cuando empiezas en esto del surf, lo normal es que te expliquen los conceptos básicos durante un par de horitas en la arena y después comenzar a practicarlos en la zona de espuma, con olas de pequeño tamaño. El tema es que tan sólo disponíamos de un par de horas para todo esto y el pobre Paco tuvo que bailar con la más fea a la primera de cambio.
Paco fue vapuleado por las cinco ó seis olas que intentó coger y se rindió totalmente extenuado. Yo tampoco estaba teniendo mucha mejor suerte y el cansancio en la parte superior de mi cuerpo era notable cuando, de repente, conseguí coger la mejor ola -hasta el momento- de mi corta vida de surfero. El sentimiento de gozo y adrenalina es inexplicable. Sólo por eso ya mereció la pena todo el esfuerzo en vano anterior. Llegué en pie sobre mi tabla hasta la orilla y algunos bañistas me aplaudieron al ver el esfuerzo que me había costado esta pequeña victoria.
Conseguí la proeza casi al final de nuestro tiempo acordado para la actividad y, como cuando eres pequeño y no quieres salir del agua, me hice el loco y no miré hacia la orilla, donde me esperaban Paco y Adrián, mientras volvía a adentrarme en las aguas del Atlántico.
No se me concedió demasiada prórroga y cinco minutos más tarde salía con mi tabla a cuestas con el tiempo justo para limpiar el equipo, cambiarnos de ropa y subirnos al coche rumbo a los acantilados de los Gigantes.
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Os aconsejo probar este deporte. Os enganchará.
Escalada en el barranco de Arico
La última mañana que pasamos en la isla de Tenerife el cielo decidió despedirnos como se supone que debe hacerlo por estas latitudes. Habíamos tenido unos días de clima inestable y el sol resplandecía en lo más alto mientras nos dirigíamos desde el sur hacia el centro de la isla, al barranco de Arico.
Este barranco es recorrido por un ruta de unos 5 kms que puede suponer una bonita caminata de unas 3 horas (ida y vuelta). Primero se atraviesan campos de cultivo hasta llegar a un pequeño sendero que desciende al barranco. A partir de aquí comienza una ligera ascensión (tiene un desnivel de unos 630 metros) por un terreno flanqueado por pinos canarios y sauces hasta llegar a una bifurcación. Si tomas el camino de la izquierda llegarás a una pequeña cascada que marca el final de la ruta.
Nosotros no hicimos la ruta sino que Javier, guía de la empresa Teno Activo, nos quiso enseñar un poco de escalada en las paredes del barranco.
Debo reconocer que en esto sí que estoy totalmente pez. Lo he intentado un par de veces en un rocódromo y no le acabo de encontrar la gracia al tema. Comienzo a sentir un dolor insoportable en los dedos al poco tiempo de comenzar.
Aun así, Javier nos fue dando instrucciones y vimos con qué arte subía por una ruta en la roca que sólo parecía ver él. Dejaba a Spiderman a la altura del betún.
Las rutas de escalada en el barranco de Arico exigen un gran nivel técnico y son adecuadas para que gente experimentada venga a practicar.
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Yo me conformé con un buen rápel después de muchos años sin practicarlo y lo disfruté igualmente. Poco más pudimos hacer con el escaso tiempo que nos quedaba hasta la salida de nuestro vuelo pero me apunté el barranco de Arico como ruta pendiente para mi próxima visita a Tenerife. Espero que sea pronto.
que bellas playas como las de cuba hace unos dias viaje a la isla con http://www.booktocuba.com