Hace unos años viajaba a Málaga con cierta frecuencia, por aquello de que uno debe seguir los designios de su corazón. Amigos y conocidos me aconsejaban que me acercara a conocer Ronda, pero, por unas cosas u otras, siempre acababa por posponer la cita, como si fuera una amante que me impusiera y para la que no me sintiera preparado, pero con la certeza de que algún día acabaría cayendo bajo su hechizo.
Finalmente, ocurrió.
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Como suele ocurrir en estos casos, la belleza de Ronda me pareció superior a la que me imaginaba. Sus dos partes – separadas por la garganta conocida como El Tajo – están totalmente diferenciadas arquitectónicamente hablando, siendo ambas atractivas en su singularidad.
Pasé una jornada caminando en solitario por Ronda, a mi ritmo, sin tener un itinerario marcado y dejando que me guiaran los impulsos que sintiera.
Me quedé con las ganas de pasar algo más de tiempo en una ciudad que, sin duda, es de esas que te hacen viajar en el tiempo. Ideal para pasar un romántico fin de semana si viajas en pareja.
Cómo llegar a Ronda
Si viajas a Ronda por carretera, disfrutarás de un bonito camino de curvas tortuosas, compensadas por las vistas de la bella campiña andaluza – muchísimo más verde de lo que la gente piensa – salpicada por colinas y pequeños pueblos y caseríos de fachadas blancas.
El día amaneció nublado y el paisaje solo se mostró en su total esplendor cuando el sol me regaló algunos rayos que le llegué a mendigar.
Desde Málaga, tienes algo más de una hora y cuarto de trayecto en coche, saliendo de la autopista para tomar la A-367. Una vez allí, tuve la suerte de encontrar un lugar para aparcar en una zona gratuita a unos 5 minutos caminando del centro.
También puedes viajar a Ronda en autobús desde lugares como Sevilla, Torremolinos o Málaga.
El tren conecta directamente con Algeciras, Antequera, Córdoba e incluso Madrid (aunque con muy poca frecuencia para este último).
EXCURSIONES POR RONDA Y ALREDEDORES
Aprovecha tu tiempo en Ronda y alrededores al máximo con alguna de las siguientes excursiones con muy buenas recomendaciones de sus usuarios:
Qué ver en Ronda
El pequeño tamaño de Ronda la convierte en una ciudad idea para conocerla a pie.
Dejé el coche a pocos metros de la Estación de Autobuses y caminé hacia la zona de la ciudad que se encuentra al norte de la garganta. A esta área se le conoce como El Mercadillo.
El Mercadillo
Sin tener ni un plano del lugar, me fui dirigiendo hacia la zona centro de Ronda.
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Los barrios eran bonitos, de calles algo más anchas que las que me encontraría más tarde y bellos edificios de los siglos XVIII y XIX.
Plaza de Toros de Ronda
Buscando la Oficina de Turismo – en la que me atenderían muy amablemente y conseguiría el mapa que guiaría mi visita a Ronda – me topé primero con un bonito parque y luego con la famosa Plaza de Toros de Ronda.
Ronda es considerada como una de las cunas de la tauromaquia y su plaza de toros – propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Ronda (orden fundada en 1572 por Felipe II) – es una de las más antiguas y monumentales de España.
Se inauguró en 1785 y su ruedo, de 66 metro de diámetro, está considerado como el más amplio del mundo.
En sus tendidos – más parecidos a un claustro al estar todos cubiertos – se emocionaron personalidades tan famosas como Orson Welles y Ernest Hemingway.
Parque de La Alameda
Tras rodear la plaza de toros, me dirigí a la bonita balconada que posee el Parque de La Alameda.
El día era gris y, al asomarme sobre el campo andaluz y la Serranía de Ronda, eché de menos que el sol iluminara esa mezcla de verde con el blanco de las casas y el amarillo de las flores que poblaban la ladera contigua al mirador.
Para llegar a los balcones, pasé bajo las ramas de los álamos de la Alameda del Tajo, anteriormente conocida como Alameda de San Carlos. El lugar es también un jardín botánico que data de principios del siglo XIX.
Aquí los turistas nos mezclamos con gente local que viene a dar su paseo diario. Es el mejor lugar de Ronda para hacerlo.
Puente Nuevo
Tras pasar junto al Parador de Turismo – construido sobre el antiguo emplazamiento del Ayuntamiento y el mercado de abastos – me dirigí a cruzar el Puente Nuevo.
El monumento más emblemático de Ronda tiene la particularidad de que, al ser un puente, su mejor vista es, precisamente, lejos de él.
El Puente Nuevo de Ronda fue construido entre 1751 y 1793 y, tendido sobre el Tajo de Ronda (con una distancia de unos 100 metros hasta el suelo), conecta El Mercadillo con La Ciudad (la zona medieval).
El viento soplaba, potente y frío, cuando me dispuse a pasarlo sin pararme ni un segundo.
La Ciudad
En esta zona de Ronda se encuentran la mayoría de los monumentos de mayor importancia. Imponentes edificios, iglesias, palacios y pintorescas calles adornadas con arcos, columnas y artesonados, típicas de una ciudad próspera de la época medieval, donde el legado árabe de sus orígenes se deja sentir en cada esquina.
Iglesia de Santa María la Mayor
Elevada a la categoría de colegiata por el rey Fernando el Católico, la iglesia se erige sobre la antigua mezquita aljama de la ciudad (del siglo XIII).
La iglesia se comenzó a construir poco tiempo después de que Ronda fuera reconquistada, a finales del siglo XV. El proceso llevó un par de siglos – gran paciencia la de los constructores de templos de esta época – por lo que, tanto en su exterior como en el interior, se observa una mezcla de estilos gótico (correspondiente a la primera etapa) y manierista.
Me paré en la plaza situada junto a la entrada principal de la iglesia para tomar una foto con buena perspectiva, justo junto al bonito edificio del Ayuntamiento.
Puerta de Felipe V y Puente Viejo
Desde allí, callejeé en busca del arco de Felipe V, que cobija un paseo de piedra que lleva al Puente Viejo.
El origen del arco data del año 1742, cuando, debido al hundimiento del primer Puente Nuevo, mucha gente y carretas de transporte de mercancías se vieron obligadas a entrar a la ciudad por la antigua puerta árabe situada en esta parte.
Pasé bajo el arco y llegué al Puente Viejo, desde donde pude tomar unas buenas fotos del Puente Nuevo, la garganta y el barrio de casas blancas y terrazas de restaurantes con miradores que tenía a mi derecha.
Las mejores vistas de Ronda desde la parte baja de la garganta
Finalmente, me libré por los pelos de una gran manga de agua.
Desde que había consultado el mapa que me dieron en la Oficina de Turismo, sabía que iba a bajar caminando por la ladera que lleva hasta la parte baja de la garganta de El Tajo, parando en los miradores, situados a distintas alturas, para ir tomando fotos desde distintas perspectivas.
Eso es lo que hice sobre las 2 de la tarde, una media hora antes de que se cerraran completamente los cielos y el agua regara los campos de Ronda.
Mereció la pena.
La ciudad se asoma imponente sobre la estrecha garganta por la que fluye – cuando tiene caudal – las bravas aguas del río Guadalevín. Sin duda, esos miradores se encuentran entre los mejores lugares de Ronda.
Otros lugares de interés
Cuando la lluvia comenzó a arreciar, me tuve que cobijar bajo las densas ramas de un gran ciprés a esperar a que la cosa se calmase. Ya estaba totalmente mojado, pero al menos no sentía el frío del viento helado.
Al amainar un poco, salí de mi escondite y comí en un restaurante de menú.
Antes de marcharme de Ronda paseé junto a otros lugares reseñables, como los Baños Árabes, las fachadas de los palacios de Salvatierra y Mondragón, la iglesia de San Sebastián y la Casa del Gigante.
Además, Ronda posee algunos museos de interés, como el del Bandolero.
Sin embargo, el encanto de Ronda lo encontrarás mientras simplemente paseas por sus calles, sin un rumbo determinado. Es, más o menos, lo que hice yo y reconozco que me quedé con ganas de más.
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Tendré que volver a ver a esta dulce y bella mujer que me sedujo sin compasión.