Portofino es uno de los rincones más nombrados y buscados del Mediterráneo, pero no se puede hacer una foto del minúsculo pueblo costero en Génova sin que aparezcan atracados en su muelle varios yates de lujo.
Con un presupuesto mucho más razonable, también lo puedes conocer como yo, con una de las excursiones disponibles para los cruceristas que reserven el itinerario “Rincones Secretos del Mediterráneo” de Pullmantur Cruceros.
Y eso que el nombre de Portofino viene asociado a la exclusividad de los títulos nobiliarios, el glamour de las artes o las carteras bien abultadas desde el siglo XIX aunque el pueblo estuvo a punto de volar por los aires en 1945 y sólo la tenacidad de una mujer lo impidió.
Humildes fueron los orígenes de Portofino, que nació en la región de Liguria como un pueblo de pescadores. La parte de “fino” del nombre viene de los delfines de su nombre romano, Portus Delphini aunque hay dos teorías al respecto (me encanta cuando los historiadores no se ponen de acuerdo ni con Plinio El Viejo).
Para unos, lo explica la presencia en el Golfo de Tigullio de abundantes bancos de delfines. Para otros, la admiración por la destreza por las artes de los pescadores en su faena.
Sea cuestión de mamíferos marinos o de habilidad humana, hace aproximadamente siglo y medio que Portofino se convirtió gradualmente en refugio de la jet set, de actores y actrices, de nobles y de millonarios que se han alojado en los hoteles y villas de sus colinas mientras exploraban ociosamente la zona.
Sin embargo, no todo es exclusividad intocable. Es posible visitar Portofino y encontrar muy cerca lugares interesantes, en excursiones (como las que ofrece el itinerario “Rincones Secretos del Mediterráneo” de Pullmantur Cruceros) que complementan perfectamente la ocasión de ver uno de los lugares del mundo donde el lujo es más discreto. Salvo por los súper yates.
Índice de contenidos
1Historias de lujo en Portofino
El año 2017, la marca italiana de coches deportivos Ferrari cumplió 70 años. Una de las formas de celebrarlo fue la presentación de un nuevo modelo, un V8 Turbo de 600 cv que llega a los 200 km/h en poco más de 10 segundos. Y además, descapotable de techo duro.
Para conocerlo de primera mano y en exclusiva mundial, 600 invitados fueron seleccionados para el evento en que se le fotografiaría públicamente. El requisito imprescindible para poder acceder a la gala, ser propietario de un mínimo de 30 vehículos de la marca Ferrari.
El nombre del modelo que se presentaba, Ferrari Portofino.
El lugar en el que se presentó, Portofino.
Este reconocimiento público a Portofino por parte de una de las marcas de vehículos de lujo más exclusivos del mundo es sólo la (pen)última admisión de que Portofino tiene algo especial.
Antes de Ferrari, y desde los años 50, se pasearon por las calles de Portofino estrellas y famosos como Rita Hayworth, Ernest Hemingway, Liz Taylor, Richard Burton, Clark Gable, Humphrey Bogart, Ava Gardner, Marcello Mastroianni, Robert De Niro, Alain Delon, George Clooney, Madonna, Peter Gabriel, Denzel Washington o Ringo Starr.
2Seis rincones de Portofino en un paseo
Portofino no es Portovenere, aunque también sea costero, multicolor y situado entre verdes montes y su encanto sea más discreto.
No se garantiza ver famosos, pero se puede hacer un breve y agradable paseo por Portofino que nos permita apreciarlo mejor desde los muelles a las mejores vistas.
Podemos comenzar en la Chiesa di San Martino (Iglesia de San Martín), de la que se tiene constancia desde el siglo XI en una edificación anterior. La actual, consagrada a mediados del siglo XVI, tiene una sobria pero bella fachada típica que alterna mármol de dos colores y oculta un espectacular interior con adornos de oro en los altares y un techo bellamente decorado con escenas bíblicas.
De lo divino a lo humano, bajamos a la Piazzeta (Piazza Martiri dell`Ollivetta), donde podemos optar por tomar un expresso en una de sus terrazas y practicar el dolce far niente o continuar hacia la izquierda, por Calata Marconi, y pasar al lado de los pequeños barcos de pesca y a los pies de los edificios multicolores.
Los barcos de pesca se sustituyen por yates enfrente, en la Marina de Portofino, ya que en el Muelle Umberto I se resguardan los que pueden permitirse (y son pocos) las elevadas tarifas de amarre.
Si levantamos la mirada y vemos seis suricatos fucsia que contemplan el horizonte, no estamos alucinando, estamos ante el Museo del Parco. Este museo de arte moderno al aire libre, ofrece un entorno ajardinado para albergar piezas de varios centenares de artistas, aunque el rinoceronte colgado y los suricatos son los más llamativos.
Pero si queremos ver algo llamativo, y menos moderno, nos tocará subir los escalones (desde aquí, más atrás la carretera continúa en pendiente si preferimos esa opción) que llevan a la Chiesa San Giorgio, la Iglesia de San Jorge, el patrón de Portofino.
Si atracar un yate en Portofino es un lujo, casarse en esta iglesia de sencillo interior supone desembolsar unos cuantos miles de euros, pues la perspectiva sobre Portofino que se le ofrece a los recién casados al salir por la puerta es, sencillamente, de lujo (también).
En un lateral de la iglesia se encuentran una serie de placas que recuerdan momentos y personajes de relevancia para Portofino. En algunos casos, para la Historia, como la que conmemora el 26 de marzo de 1930, cuando Marconi – a bordo de un buque anclado en la Bahía de Portofino – envió por medio de onda corta la señal que activó la iluminación de la Exposición Universal…de Sidney (Australia).
Otra placa recuerda a la persona que evitó que Portofino volara por los aires. Cuando en 1945 el avance de las tropas aliadas era imparable en todos los frentes, las fuerzas de ocupación alemanas recibieron la orden de destruir el pueblo y bloquear el acceso al puerto.
Enterada de esa orden, la Baronesa Jeannie von Mumm, una aristócrata alemana (por matrimonio, aunque de origen escocés) que llevaba en Portofino desde 1920 se puso en acción para impedirla. Ni corta ni perezosa, visitó al comandante alemán y le convenció de que las consecuencias de cumplir esa orden le costarían la cabeza más tarde o más temprano.
Si Portofino permanece hoy en pie, es porque tras esa conversación las tropas alemanas abandonaron su acuartelamiento en el Castello Brown (Castillo Brown) dejando intacta la villa.
Y esa es precisamente nuestra última recomendación en Portofino, el Castillo Brown y sus jardines. Aunque la subida es empinada y los escalones parecen interminables, las vistas desde este castillo (que es hoy museo y ocasionalmente se cierra al público para celebrar eventos) sobre Portofino bien merecen la pena.
3En tierra y bajo el agua a las afueras de Portofino
Un recorrido de hora y media a pie por el monte nos puede llevar hasta la Abadía de San Fructuoso (Abbazia di San Fruttuoso). Para los que no tienen ni tiempo que perder ni ganas (que son la mayoría) la forma más habitual, por comodidad y rapidez, es llegar a ella disfrutando de un paseo en barco por la costa desde Portofino.
El trayecto en barco, relajado y disfrutando de las vistas de la escarpada Área Marina Protegida de Portofino, nos lleva a un conjunto eclesiástico originario del siglo X.
¿Sabías que…?
La Abadía de San Fructuoso recibe ese nombre porque está dedicada a un santo español, San Fructuoso de Tarragona. Las cenizas de este obispo catalán del siglo III fueron trasladadas y protegidas aquí cuando los musulmanes invadieron la Península Ibérica.
Este se compone de una iglesia medieval, un museo de la historia de la Abadía (con antiguas y originales piezas), un claustro con tumbas (de siete miembros de la familia Doria fallecidos entre 1275 y 1305 y otras tres de origen desconocido) y una torre artillada que defendía la zona de los piratas del norte de África.
No es una parte del conjunto de la Abadía pero uno de los elementos más curiosos, y recientes, allí instalados es una estatua de Cristo (Cristo degli Abissi) de 2,5 m altura con la peculiaridad de estar sumergida.
El Cristo del Abismo se encuentra a 17 m de profundidad y fue creado a partir de la fundición de piezas de barcos. Construido en 1954, es un homenaje a Dario Gonzatti, un pionero del submarinismo italiano que falleció en una inmersión en 1947 mientras probaba un nuevo diseño de equipo de respiración.
Pista de viaje
Portofino y los pueblos de alrededor pueden visitarse cómodamente como parte de las excursiones que se ofrecen al recorrer el Mediterráneo en un crucero.
La compañía española Pullmantur ofrece un itinerario especializado en esta ruta, llamado “Rincones Secretos del Mediterráneo”, con guías e información en español.
Disponible para viajar a mediados de Septiembre, pero con la recomendación de hacer la reserva cuanto antes, el recorrido “Rincones Secretos del Mediterráneo” es una interesante opción tanto para aquellos que nunca han viajado por el Mediterráneo en crucero como para aquellos ya han hecho un crucero por el Mediterráneo pero desean explorar nuevos rincones con encanto, rincones secretos del Mediterráneo que poca gente conoce.
Todos los lugares mencionados en este post están incluidos entre las muchas y cuidadas ofertas de excursiones que se le presentan al crucerista. Y si tenéis dificultades con otros idiomas, recordad que en las excursiones Pullmantur el guía siempre habla castellano.
4Qué ver cerca de Portofino
Más allá del discreto lujo que se oculta en las villas, los hoteles y bajo las cubiertas de los yates de Portofino hay otros destinos y experiencias cercanas en la zona que merece la pena conocer y que están a vuestra disposición dentro del itinerario “Rincones secretos del Mediterráneo” de Pullmantur Cruceros.
Camogli
Las casas de color que un día ayudaban a los marineros a identificar cual era la suya desde la lejanía, siguen mirando al mar del Golfo Paradiso aunque ahora lo hacen a una playa disfrutada por los camoglinis.
Atentos a las fachadas para encontrar los trampantojos, elementos falsos que engañan a la vista pues una ventana cerrada puede ser sólo una pintura, una forma de darle armonía estética exterior a una habitación.
Camogli está construido a base de altas casas que escalan apiñadas la ladera de la montaña, así que preparaos para subir cuestas entre estrechas callejuelas si os desviáis perpendicularmente del paseo marítimo. Siguiendo este, eso sí, llegáis al pequeño Castillo de la Dragonara (Castello de la Dragonara), poco más que un torreón fortificado y de avistamiento de posibles ataques piratas.
Recomendación para comer
Pegada a Camogli se encuentra otra ciudad costera, Recco. En ella podemos disfrutar las delicias gastronómicas del Ristorante Albergo Da Ö Vittorio (Via Roma 160, Recco). Tras cuatro generaciones de la misma familia al mando, especialmente reconocida es su Focaccia al formaggio o sus platos de pasta con pesto, por no mencionar la habilidad de sus camareros cortando y “desespinando” (casi con un 100% de efectividad) el pescado.
Sestri Levante
Lugar favorito de veraneo para los italianos, Sestri Levante nació y se expandió desde una pequeña península estratégicamente situada entre la Bahía de las Fábulas (Baia delle Favole) y la Bahía del Silencio (Baia del Silenzio), de ahí su sobrenombre como “la ciudad de los dos mares”.
Si los nombres os parecen de cuento, eso es porque el conocido escritor infantil Hans Christian Andersen estuvo en Sestri Levante en 1833. Además de que se le atribuyen a él los nombres, existe en Sestri Levante un Festival Andersen que incluye un Premio Andersen de literatura. Y un parque lleno de estatuas de personajes de sus cuentos.
Idea para regalos (gastronómicos)
Si haces una parada en Rapallo, no dejes de pasarte por Parla Come Mangi (Via Giuseppe Mazzini, 44 esquina Vico Fabrizio de Andre, Rapallo). Es posible que sea el propio Guido, el gerente, quien te atienda y te contagie su imparable humor mientras te aconseja sobre quesos y vinos locales para llevar como regalo. O para regalarte a ti mismo un momento de recuerdo cuando vuelvas del viaje por Italia.
Santa Margherita Ligure
Con el sobrenombre de «La Perla del Tigullio» es la antesala más asequible al exclusivo Portofino.
Puerto pesquero y puerto recreativo, Santa Margherita tiene varias iglesias que merece la pena ver, pero yo me quedo con las callejuelas perpendiculares al puerto y, sobre todo, por un paseo por el Molo Foraneo para disfrutar las vistas tanto de la ciudad como del golfo.
Como curiosidad, en uno de esos paseos a lo mejor tenéis una sensación de deja vu delante de uno de los marinos genoveses más famosos de la Historia, pues en Santa Margherita se levanta un monumento a Colón (aunque este se encuentra sobre una fuente y más cerca del suelo, no como el de Barcelona).