Si Napoleon oteaba el horizonte durante su exilio en la isla de Elba, se encontraba mirando al oeste más allá del Mar Tirreno hacia Piombino, en la prohibida costa peninsular italiana. Aislado en la pequeña isla mediterránea, el que fuera Emperador de (casi) toda Europa no abandonó sus sueños de grandeza y acabó escapando de Elba para encontrar finalmente su destino en Waterloo.
El marinero Piombino, tan cerca (10 km) y tan lejos para Napoleón, si está al alcance – con mucho menos dramatismo histórico y más relax – de los cruceristas que reserven el itinerario “Rincones Secretos del Mediterráneo” de Pullmantur Cruceros.
¿Por qué visitar Piombino? Por lo que es, su historia, su casco histórico, y por dónde está ubicado, en la costa de (que suene alegre un violín) la Toscana.
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Piombino, de mano en mano
Napoleón fue el artífice de que el Principado de Piombino (“creado” en 1594) perdiera su relativa independencia en 1801. Nunca la recuperó, pues la Unificación de Italia en 1860 dio comienzo a la historia moderna del país.
Antes del siglo XIX, Piombino había pertenecido a la República de Pisa, a los Visconti de Milán, a los Borgia, a los Medici…os suenan estos nobles apellidos de tiempos revueltos ¿verdad?
La Edad Moderna tampoco fue tranquila en Piombino, uno de los primeros lugares donde la Resistencia de Italia actuó contra los alemanes en la II Guerra Mundial, tras la capitulación del país en 1943.
Un Paseo por Piombino
El centro histórico de Piombino se puede visitar en un tranquilo paseo que nos lleva a visitar sus plazas y calles. Al ser circular, puede comenzar desde cualquier punto, aunque yo empecé en el extremo más oriental, donde se ubica el Castillo y Fortaleza Medici.
Esta fortaleza del siglo XVI, aunque con restos del siglo XIII, tiene la peculiaridad de haber sido parcialmente moldeada por el genio de Leonardo da Vinci entre 1502 y 1504.
Tres edificios agrupados son nuestra siguiente parada, la sencilla Concatedral, el Museo Diocesano de Arte Sacro y el antiguo Convento Agustino, en cuya fachada los arcos tapiados son los únicos restos que permanecen del pórtico original.
La Casa delle Bifore, aledaña al histórico ayuntamiento y oficina de turismo, es el único edificio civil del siglo XIII de la ciudad. Bajamos por un lateral de este y del Palazzo del Comune, por la estrecha Via Della Palma, ya que es el momento de buscar a Napoleón.
O no, porque aunque hemos llegado al paseo junto al mar, no vamos sólo a dejarnos los ojos buscando señales del Emperador en Elba. El panorama nos permite ver la enorme masa de Córcega detrás de ella y también, desde el extremo de esa estrecha península en que termina la Piazza Gianni Bovio, disfrutar de vistas de 360º hacia el interior y hacia el mar.
A nuestra derecha, el puerto. A nuestra izquierda, el Balneario y la playa (dadle a un italiano una extensión de terreno a la orilla del mar y, como buen mediterráneo, plantará en ella una toalla.
Disfrutad del panorama y la brisa marina unos minutos antes de continuar con el paseo circular. Nos queda seguir por el puerto, pasar junto a dos iglesias, desviarnos hacia la Ciudadela si así lo deseamos, cerca de los Muros de Leonardo y la Torre Medici.
Si vamos con (mucha) prisa, mi recomendación es que os saltéis lo anterior y os concentréis en una ruta alternativa que une la dolce vita y la historia.
Volved a subir hacia el centro, por Corso Vittorio Emmanuele II y disfrutad del ambiente en la calle, con las terrazas de cafés, osterias y gelaterias llenas del bullicio de las conversaciones y las risas.
Que vuestra despedida de Piombino sea el eco de esas voces agradables mientras contempláis el Torrione Rivellino, una torre fortificada con una pequeña plaza semicircular amurallada a sus pies.
Pista de viaje
Piombino y los pueblos de la Toscana pueden visitarse cómodamente como parte de las excursiones que se ofrecen al recorrer el Mediterráneo en un crucero.
La compañía española Pullmantur ofrece un itinerario especializado en esta ruta, llamado “Rincones Secretos del Mediterráneo”, con guías e información en español.
Disponible para viajar a mediados de Septiembre, pero con la recomendación de hacer la reserva cuanto antes, el recorrido “Rincones Secretos del Mediterráneo” es una interesante opción tanto para aquellos que nunca han viajado por el Mediterráneo en crucero como para aquellos ya han hecho un crucero por el Mediterráneo pero desean explorar nuevos rincones con encanto, rincones secretos del Mediterráneo que poca gente conoce.
Todos los lugares mencionados en este post están incluidos entre las muchas y cuidadas ofertas de excursiones que se le presentan al crucerista. Y si tenéis dificultades con otros idiomas, recordad que en las excursiones Pullmantur el guía siempre habla castellano.
Piombino se encuentra a menos de hora y media en coche de Pisa, pero entre el pueblo y la ciudad hay toda una Toscana que descubrir.
Suvereto
Miembro de la asociación “I Borghi più belli d’Italia” (los pueblos más bellos de Italia) para orgullo de sus poco más de 3000 habitantes, Suvereto es un minúsculo entramado de casas de piedra marrón y callejuelas estrechas.
Hueco cascarón pétreo hoy, una torre amurallada llamada Rocca Aldobrandesca, es el punto más elevado de Suvereto. No os perdáis las vistas, pero no desde el torreón sino desde un banco que encontramos en la última curva que nos lleva a él, bajo un árbol y mirando los verdes campos de vides y olivos.
Bolgheri
Con una de las carreteras de acceso más rectas y bonitas por las que he circulado nunca (Viali dei Cipressi) a la sombra de altos cipreses, Bolgheri es un pequeño homenaje al vino, a la gastronomía y a la tranquilidad de un pueblo que tienes que rodear si quieres aparcar.
Cuna posterior de una denominación de origen controlada, Bolgheri D.O.C., el vino de la zona saltó a la fama en 1978 cuando el vencedor de una cata ciega organizada por una prestigiosa revista de enología fue un vino local de 1972…que derrotó a varios y renombrados Burdeos.
Pisa
Pisa es bastante más que su torre inclinada, aunque hemos de admitir que – salvando las distancias – le pasa como a París, que un monumento eclipsa a todo lo demás que se puede ver en ese destino.
En la Piazza dei Miracoli está su famosa torre inclinada (un campanario, por cierto), la Catedral (Il Duomo), el Baptisterio y el Cementerio. Pero Pisa tiene además palacios, iglesias y museos como para entretener durante días al más recalcitrante experto en historia y arte.
Lucca
Rodeada de 4km de bien conservadas murallas del siglo XVI, que no desaparecieron en el siglo XIX y XX como ocurrió con otras ciudades europeas, Lucca es un abigarrado conjunto de edificios civiles y religiosos que abarcan principalmente 400 años de tesoros arquitectónicos.
No se puede visitar “La ciudad de las 100 torres y las 100 iglesias” sin buscar la panorámica desde las alturas. Imprescindible subir a la Torre Guinigi por su llamativo jardín de árboles en las alturas.
Y si nos quedan fuerzas, ascender a la Torre Delle Ore para observar a la anterior desde una altura similar. Es, como yo digo, como ir a Nueva York y subir al Empire State Building para, tal vez no el mismo día, subir en otro momento al mirador “Top of the Rock” y contemplar al icono de la ciudad desde otra perspectiva.
San Gimignano
Si hablamos de torres y encima las ponemos en lo alto de una colina amurallada que domina los campos circundantes, entonces estamos hablando de San Gimignano y su llamativo perfil desde la distancia.
La Torre Grossa en San Gimignano, junto al Palazzo Comunale, es la altura preferida para contemplar el panorama de cultivos y también este pequeño reducto de tiempos medievales.
La historia de una foto
No les pregunté su nombre, no les dije nada, no me presenté y les pedí una foto. Se la robé, y no me disculpo por ello.
Podría haber sido una foto mejor, en que se les viera la cara de felicidad que le hace sombra al nerviosismo de unos minutos anteriores, pero prefiero esta que parece lo que no es.
Parece una pareja de novios que se hacen una foto desde lo alto de la Torre Grossa en San Gimignano, para mandar a casa y a sus redes sociales.
La foto que yo hago es la de la primera foto de unos novios que acaban de prometerse.
Antes de subir a la torre, era una pareja. En la torre, él le pidió matrimonio y ella aceptó. El momento fue el adecuado, con la torre desierta unos minutos antes de que cerrara al público. Cuando yo subí les escuché hablar sobre lo ocurrido mientras yo fingía concentrarme en el paisaje y pretendía no entender su idioma ni una de las frases.
«Ahora esto es para siempre»
Siena
No os lo vais a creer, pero en Siena recomiendo subir a una torre, la Torre del Mangia, una esbelta estructura del siglo XIV en el centro histórico.
Ubicada junto al Palazzo Publico (Ayuntamiento), tiene a sus pies la Piazza del Campo, donde se celebra la carrera de caballos del “Palio”, el evento de más honor (para el ganador), en el que compiten los distintos barrios de Siena.
A pie de calle, la Basílica de Santo Domingo, de piedra marrón, y la Catedral de Siena, de exterior de mármol blanco y negro, son dos visitas imprescindibles. En la Catedral, os asombrará especialmente una habitación situada hacia la mitad de la nave central, a la izquierda, accesible a través de una pequeña puerta, la Biblioteca Piccolomini, con unos frescos que – permitidme la exageración – rivalizan con la Capilla Sixtina.
Montalcino
Como no podemos visitar la Toscana y no probar su vino, haremos una parada en Montalcino. Este pueblecito amurallado y situado en lo alto de una colina no tiene ninguna torre a la que subirse, pero no respiréis aliviados aún porque tienen un castillo del siglo XIV.
Volviendo a la idea original de probar el vino de la Toscana, en Montalcino tenemos esa oportunidad en Fattoria dei Barbi, una bodega con más de 300 hectáreas dedicadas al cultivo y elaboración de la deliciosa bebida.
Elaborado con un 100% de variedad de uva “Sangiovese”, el Brunello di Montalcino D.O.C.G. (aproximadamente el equivalente de una D.O. española) es una especialidad local toscana que debemos probar en una de las degustaciones que ofrece la bodega.