Si sólo tienes 24 horas para visitar Berlín ahí va un consejo: pasea por sus calles y simplemente mira sus cielos. No hay mejor modo de llevarte una radiografía fugaz pero sintética de la capital alemana que elevando la vista. Y entre vistazo y vistazo a las alturas, sin querer te irás tropezando con bicicletas, osos, grúas, salchichas, patitos de goma, arte, cervezas, museos, chocolate… En ese cóctel tan ecléctico tienes, sin duda, la esencia de la ciudad. Berlín es una amalgama de polos opuestos donde conviven un pasado no tan pasado con un presente futurista.
Y sí, son cielos en plural porque según la hora del día, el rincón en el que te encuentres o la meteorología que te acompañe, disfrutarás de un cielo distinto. A veces tendrá un nostálgico aire a contraluz, otras desbordará vitalidad, quizá en algún momento te inspire cierto misticismo pero no te dejará indiferente. Desde luego, en un solo día no podrás ni vislumbrar una mínima parte de esta vanguardista e inmensa ciudad pero al menos llegarás a intuirla.
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Los cielos de Berlín además son de lo más entretenido: agujas que desafían amenazantes a las nubes, cúpulas vanguardistas que prefieren coquetear con ellas, grúas que no terminan nunca su trabajo, tuberías de colores que alegran un cielo gris, torres vigía que no tiene ya nada que vigilar, dioses, caballos, guerreros, banderas…
En sólo 24 horas no te merece la pena perder cerca de dos para ascender a los algo más de 200 metros a los que está el mirador de la Torre de Televisión. Para compensarlo, empieza el día acercándote a la Berliner Dom, la catedral escoltada por el río Spree, y sube a su cúpula para disfrutar de una preciosa panorámica de 360 grados. Ante ti uno de los cielos más bonitos de la ciudad adornado con ángeles que le dedican silenciosas melodías desde sus violines y trompetas.
Desde ahí tienes la oportunidad de descubrir el curioso y modernista edificio del Humboldt Box, verte literalmente rodeado de museos, hacerte una idea de las entrañas de la capital alemana contemplando su arteria principal Unter den Linden levantada de arriba a abajo por las obras, suspirar por las grúas de construcción que pueblan el cielo tras haberse escapado de España, admirar la fachada roja del Ayuntamiento, observar la vida en los márgenes del río o volver la vista atrás hasta la Edad Media mirando la Iglesia de Santa María.
Otro estupendo mirador para seguir oteando la ciudad desde las alturas es la azotea del Hotel Maritim Berlin, quizá te compense alojarte allí si de ese modo consigues que te dejen acceder a su terraza espectacular. Gracias a su ubicación cercana a la Potsdamer Platz es un sitio perfecto para obtener otra fugaz radiografía de Berlín, ya que tendrás ante tus ojos un nuevo cielo que conjuga no solo la omnipresente Torre de Televisión, sino también por ejemplo la moderna cúpula de cristal del Reichstag diseñada por Norman Foster. Si tuvieras más tiempo en la ciudad merecería sin duda la pena soportar las colas para ver este domo fascinante desde dentro, pero así al menos la disfrutarás desde fuera.
Muy cerca este cielo te ofrece otra cúpula acristalada más, otro ejemplo del futurismo del que hace gala la ciudad, la del Sony Center bajo la que se esconden oficinas, tiendas, restaurantes, cines y hasta un museo. Junto a ella se alza el inconfundible edificio amarillo de la Filarmonica, que alberga un auditorio que dicen tiene una de las mejores acústicas del mundo. Descubrirás además que no todo es hormigón y cemento gracias a la vista de las doscientas hectáreas del parque Tiergarten, donde entre las copas de sus árboles sobresale majestuosa la diosa Victoria encaramada a su columna y vigilando el paso de los aviones. Si buscas con atención en el horizonte también hay hueco para otro icono de la ciudad: los grafitis.
No te entretengas demasiado y aún tendrás tiempo de coger el metro para ir hasta Bernauer Strasse, la «calle de de las lágrimas», que quedó como frontera entre el lado soviético y el occidental al construirse el Muro y donde murieron muchas personas tratando de huir a la desesperada, saltando incluso desde las ventanas. Si te subes a la plataforma metálica del Centro de Documentación del Muro de Berlín, allí te espera otro cielo algo más triste pero cargado de historia que custodia los restos aún en pie de la «franja de la muerte», una de las torres de vigilancia, el cementerio de Sophien-Friedhof y la capilla de la Reconciliación.
Mientras atardece seguro te toparás con muchos cielos mágicos pero uno de los imprescindibles lo vas a encontrar en el monumento en memoria de los millones de judíos víctimas del Holocausto nazi. El sol muere en una dramática ironía sobre los 2711 bloques de hormigón a diferentes alturas que crean un laberinto angustioso bajo el que se encuentra un centro de información subterráneo repleto de fotografías, documentos, proyecciones e incluso objetos personales.
Una vez que anochezca es el momento ideal para acercarte a la cercana Pariser Platz, en la titánica avenida de Unter den Liden, donde saborear sin prisa el cielo nocturno de la ciudad. Alza la vista en busca de una cuadriga de caballos dirigida por una diosa silueteada en la noche, porque bajo ella descansa el monumento más reconocible de Berlín: la Puerta de Brandenburgo. Y si tienes energías de sobra, date un paseo andando y acércate hasta la plaza de Gendarmenmarkt para terminar en el que quizá sea el rincón más bello de la capital alemana. Dos iglesias idénticas, la francesa y la alemana, coronadas con cúpulas diferentes enmarcan el edificio Konzerthouse, la sede de la Orquesta Sinfónica. Una delicia neoclásica que resalta aún más iluminada bajo este último cielo de Berlín.
Datos prácticos:
Iberia Express ofrece tres salidas semanales de Madrid a Berlín desde 128 euros ida y vuelta para que puedas pasar más de 24 horas en este destino, conocer a fondo la ciudad y disfrutar otros muchos cielos. Desde el aeropuerto de Tegel al centro hay solo ocho kilómetros que puedes recorrer en el autobús TXL te lleva hasta Alexander Platz por poco más de dos euros. Si prefieres la rapidez de un taxi tendrás que pagar unos 20 y pico euros.
Para moverse por la ciudad puedes elegir entre alquilar una bici por 10 euros diarios, moverte en metro, tren o tranvía. En cuanto al autobús, la línea 100, la primera creada tras la reunificación que unía los barrios soviéticos y occidentales, es perfecta para esta escapada express ya que recorre muchos de los principales puntos turísticos por muy poco dinero.
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Nota: Artículo y fotos (C) Patricia Velasco del blog De ilusión a Recuerdo. Patricia viajó en Octubre a Berlín invitada por Iberia Express como parte de una visita de varios medios españoles con ocasión de la inauguración de su ruta Madrid – Berlín.
Aunque no he estado en Berlín, tu texto y las fotos (que nos presentan la ciudad desde otro punto de vista menos manido) me han animado mucho a visitarla. Un blog muy interesante.
Una ciudad increíble de la que me sorpredió, a pesar de ser tan turística, que no hay estrés en sus calles, ni ruido extremo como en muchas otras capitales y ciudades tan visitadas.
WomanToSantiago