Nuestro reportero más dicharachero de allende los mares, mi gran amigo Alex, nos deleita con otra de sus crónicas de su amada Colombia. Como siempre, tenemos buenas dosis de aventura, exotismo, ganas de conocer y buen rollo. ¡El quinto elemento de Viajablog vuela como un pájaro!.
Después de una semana algo intensa en el trabajo, me planteé qué hacer el fin de semana para eliminar stress y, estando en Colombia, qué mejor manera de hacerlo que practicando parapente en el Cañón del Chicamocha.
Para ir al PANACHI (Parque Nacional del Chicamocha) llegué a la ciudad de Bucaramanga el viernes en la noche y me hospedé en los alrededores de una de las zonas con ambiente: Cabecera. Me sirvió para pasear un poco y darme cuenta de la cantidad de parques que tiene esta ciudad. Aproveché la oportunidad para ir a cenar a un restaurante típico y comer las delicias de la zona: carne oreana y cabro (para nosotros cabrito)..dejando de lado la pepitoria (arroz con fríjoles, intestino y demás vísceras) ya que, aunque es muy consumida, esos ingredientes no son, digamos mis preferidos.
La suculenta cena y un mojito en una terraza al lado del hostal me permitieron acostarme pronto para poder descansar de cara a lo que realmente era mi destino del fin de semana.
El Cañón está situado en la región de Santander a escasos 60 km de Bucaramanga y otros tantos de San Gil (lugar conocidísimo para practicar muchos deportes extremos). En algunos puntos es más profundo que el mismísimo Cañón del Colorado aunque el americano le gana en longitud. Os comento que me quedé sorprendido cuando me contaron que se quedó a las puertas de ser seleccionado dentro del grupo final de candidatos a Maravilla del Mundo Natural (donde estaban las Galápagos, el Salto del Ángel de Venezuela o las mismas cataratas de Iguazú).
La llegada al Parque es fácil aunque un poco demorada. En el intercambiador de Bucaramanga hay buses que te llevan al PANACHI por 24.000 pesos (no llega a 11 euros, 14USD) ida/vuelta. Lo malo del viaje es que hay que subir el puerto montañoso y eso, en las condiciones de las carreteras colombianas y con el tráfico pesado en la zona, puede llegar a significar 2 horas (las que me tomó a mi) para los 60 km. Pero merece absolutamente la pena estar encajonado en una furgoneta de la que casi tienes que salir a gatas, porque cuando eres capaz de recobrar la postura vertical, la vista del cañón te deja hipnotizado.
Aclaro que el PANACHI es un parque recreativo pero las actividades de ala-delta o parapente no se hacen dentro del parque sino en los alrededores del mismo y siempre de cara al cañón.
El autobús me dejó a las puertas del Parque y el piloto vino a por mí en moto. Los 10 minutos de carrera por la autopista me recordaron la ocasión en que, con mi amigo David, fuimos 3 en una moto-taxi de regreso al hotel después de una noche de fiesta en República Dominicana. A lo largo de la carretera hay acceso a muchos voladeros.
Los vuelos se hacen desde las 9 de la mañana hasta las 12 del mediodía ya que, a partir de esa hora entran vientos fríos que no permiten el vuelo seguro.
Los precios son bastante parecidos entre las agencias y rondan los 150.000 pesos (unos 65 euros, USD84 ). El parapente lo hice con Hervyt, un piloto genial que me tuvo unos 35 minutos en el aire (cuando lo normal son 15-20) porque las condiciones eran tan espectaculares que él mismo estaba disfrutando como un enano. Subimos a unos 2.000 metros de altura -donde ya pegaba el frío- e hicimos (lo digo como si yo manejara ese aparato..je,je,je) muchas acrobacias. La vista y la sensación hicieron que mi primera experiencia de parapente quede para siempre en mi memoria.
Después bajé al parque en sí y pasé el resto del día paseando por él, admirando las vistas, pasando al otro lado del cañón con el teleférico, viendo como se hace el café de la zona y degustando otro de los platos típicos de Santander: las hormigas culonas. Son hormigas grandes a las que se les quita una parte del cuerpo y las patas -si la preparación es gourmet- y se fríen, quedando el cuerpo de la hormiga crujiente y con un sabor más bien neutral. Cual si fuera maní, me compré un paquetito para la merienda…¡¡¡Ñam!!!!.
Un día basta para ver el parque, pero caí rendido en el camino de regreso y desperté justo cuando llegábamos a la ciudad. Si alguna vez pasáis por Bucaramanga, os recomiendo las hamburguesas de El Garage. Caseras, grandes, deliciosas…Justo lo que necesitaba para finalizar el día: hamburguesa y cola bien fría.
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El domingo lo pasé visitando el centro histórico de la ciudad. Muy a mi pesar he de decir que me pareció una pena ver la casa de Simón Bolivar medio derruida y tomada por vendedores ilegales de mascotas muy en consonancia con el resto de la parte histórica de la ciudad. Al final los malls fueron mis mejores aliados para pasar el dia esperando la hora de regresar al aeropuerto y a mi querida Bogotá.