Montefrío: cómo una villa granadina se hizo famosa en Japón

Vista de El Centinela en Montefrío Granada

¿Qué tienen en común la ciudad japonesa de Yokohama y el pequeño pueblo granadino de Montefrío? No es una pregunta con truco aunque os aseguro, porque lo he probado, que no se resuelve fácilmente recurriendo a Google. Lo que tienen en común es un hombre, Yuri Oyama, que llevó a esta población del poniente granadino a hacerse famosa en Japón.

Motivos para llamar la atención a Montefrío no le faltan, ni a los ojos de un ciudadano nipón ni a los de cualquiera que haya nacido en España. Esta pequeña villa rebosa historia por los cuatro costados, desde El Centinela, la antigua fortaleza encaramada en un risco, posterior Iglesia de la Villa y actual centro de interpretación, hasta la muy curiosa Iglesia de la Encarnación, de planta redonda y sorprendente acústica interior o el paraje de riqueza natural y prehistórica de Las Peñas de Los Gitanos.

Seis años antes de que Colón descubriera América y cuando en Granada – que está a sólo 50 kilómetros de distancia – aún ondeaba la bandera de la media luna, Montefrío era la frontera entre la cristiandad hispana y el islam peninsular.

Vista panorámica de Montefrío en Granada

La conquista por parte de los Reyes Católicos de esta población y de seis más, a las que otorgaron la calidad de villas, fue el hecho que precipitó la última campaña militar que terminó con los restos del otrora poderoso imperio musulmán y llevó a Boabdil a derramar lágrimas de amargura.

Yuri Oyama, un profesor en la Universidad de Yokohama, visitó Montefrío en 1981 y se quedó a vivir durante un año, enamorado de sus blancas calles y sus centenarias iglesias, aceptando como inevitable parte del encanto la leve incomodidad de las abundantes cuestas, a modo de arterias que recorren el pueblo.

A la primera visita siguieron cuatro más y, cumpliendo con la realidad del estereotipo, nunca tenía demasiado lejos su cámara mientras recorría Montefrío. El nombre del pueblo, por cierto, no hace referencia a temperatura alguna, sino que es una derivación del original Monte Ferido (Herido) y de ahí a la vulgarización de Monte Frío sólo hay un paso.

Con una maleta llena de carretes, volvió a su país y en 1983 publicó un libro de fotografías al que siguieron dos exposiciones, una en la capital, Tokio, y otra en la cercana ciudad portuaria de Yokohama.

El publico quedó maravillado ante aquel bello paisaje y aquellas gentes de tierras tan lejanas y, en una singular vuelta del destino, los años 90 y el afán de los touroperadores japoneses convirtieron a Montefrío en lugar de peregrinación para que las parejas niponas fueran a casarse.

Cartel en español inglés y japonés en la Iglesia de la Encarnación en Montefrío, Granada

De aquella moda quedan hoy diseminados por la población los carteles trilingües – en español, inglés y japonés – junto a los monumentos y la esperanza municipal de retomar ese turismo, tranquilo y de calidad, que es bienvenido en cualquier país.

No conocía nada de esta peculiar vinculación entre un pueblo granadino y una urbe japonesa hasta el viaje que realicé a finales de Mayo por la subbética cordobesa y el poniente granadino, invitado por HomeAway.

Iberia Express

Como en tantas ocasiones se demuestra que a veces han de venir otros de fuera para ayudarnos a descubrir las bellezas que España alberga en su interior.



Fotos (c) Viajablog by Avistu

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