Cuando uno decide gastarse una pasta en hacer un buen viaje durante sus vacaciones debe elegir en función de sus preferencias. Habrá quien decidirá buscar un lugar donde desconectar tumbado en una playa todo el día. Otro querrá visitar museos y monumentos. El de más allá cerrará todos los garitos del lugar y buscará la interacción con personas del sexo opuesto. Y así podría seguir hasta el infinito y más allá, como Buzz Lightyear.
En mi caso, reconozco que soy más de espacios abiertos y naturaleza que de ciudades. Soy un poco la antítesis del urbanita. La gente, la naturaleza, buen ambiente nocturno y la Historia son, por ese orden, los motivos que mayor peso tienen en mi decisión cuando busco un destino al que viajar.
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Centrándome en la naturaleza os quiero dejar una lista de los países que me han dejado boquiabierto. Obviamente es totalmente subjetiva y basándome sólo en aquellos a los que yo he viajado. Además, he decidido escoger uno por continente, para que ninguno acapare.
Índice de contenidos
1. Nueva Zelanda
Alejada del mundo en todos los sentidos, Nueva Zelanda está compuesta por dos islas que parecen náufragas en las antípodas. El director de cine neozelandés, Peter Jackson, decidió que no habría mejor lugar que su país para representar la Tierra Media de El Señor de los Anillos. Estuvo totalmente acertado.
La naturaleza en Nueva Zelanda es tan abrumadora que hace que te sientas un completo extraño. Hasta tienen unas minúsculas moscas que, según la leyenda maorí (la población indígena de Nueva Zelanda), se encargan de acribillarte con molestas picaduras para que no te entretengas demasiado tiempo en los bosques, montañas y demás beldades que tiene el país. No sé si esa es realmente su misión, pero si es así, la cumple a la perfección.
Aunque la Isla Sur es, por votación popular, la más hermosa de las dos, tampoco la Norte te dejará indiferente.
En la Isla Norte encontrarás el magnífico paisaje apocalíptico del Parque Nacional de Tongariro, el gran lago de Taupo o las cuevas de Waitomo. En su extremo norte, kilómetros de playas desiertas unen poblaciones minúsculas donde nada pasa, salvo el tiempo.
La Isla Sur es un auténtico vergel. En su punta septentrional se encuentra el parque costero de Abel Tasman, destacando en el centro la cadena montañosa de los Alpes del Sur y los magníficos fiordos de Milford Sound. También los glaciares tienen cabida en esta isla de distintos climas y paisajes.
Alquila una furgoneta o un coche y recorre este paisaje de ensueño a tu ritmo.
2. Mozambique
En el sur de África se encuentra un país que ha sufrido mucho pero sus gentes siguen siendo encantadoras. Mozambique sufrió un expolio continuo mientras fue colonia portuguesa (hasta 1975) para luego no hacer otra cosa que embarcarse en una larga y sangrienta guerra civil una vez hubieron echado a los europeos. El resultado fue devastador pero es un país que merece mucho la pena conocer.
A pesar de que el principal atractivo de Mozambique – para el que escribe – es su gente, también su naturaleza tendrá el poder de retenerte.
La costa mozambiqueña permanece muy virgen y extensas playas se abren a las aguas turquesas del Océano Índico. Los archipiélagos de las Quirimbas y Bazaruto ofrecen islas casi desiertas y unas aguas donde la fauna y flora submarina atrae a buceadores de todo el mundo. Aquí puedes nadar junto a los famosos tiburones ballena, el mamífero más grande del planeta.
En el interior el paisaje es amable y ondulado. Las montañas parecen carecer de picos y están cubiertas por tapices verdes. Están jalonadas por multitud de aldeas que albergan a una población que sigue viviendo principalmente de trabajar la tierra.
Si quieres ver fauna, puedes acercarte al Parque de Ngorongosa, destrozado por la caza furtiva durante la guerra civil pero que hoy en día se recupera a marchas forzadas.
3. Argentina
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Es complicado elegir un país de Sudamérica ya que cada uno de ellos tiene una gran belleza natural. Sin embargo, a mi juicio, Argentina es el que mayor diversidad muestra.
A pesar de su vasta extensión, Argentina no es un país densamente poblado y la naturaleza sigue teniendo ese aura misteriosa de los lugares en los que esto ocurre.
En Península de Valdés encontraremos ballenas, pingüinos, leones marinos y un paisaje parecido al de la estepa. Sin embargo, en el oeste del país, durmiendo sobre los Andes, los lagos y tupidos bosques de Bariloche harán que no nos acordemos de lugares desolados. Los glaciares del sur, con Perito Moreno a la cabeza poseen una belleza tan sólo comparable a las poderosas cataratas de Iguazú, que separan al país de su vecino brasileño. Estas cataratas son lo más bonito que vi jamás en el mundo.
De nuevo regresamos a la aridez y soledad si elegimos viajar a la Patagonia sureña o la norteña Salta, casi entrando en Bolivia. Un poco más abajo, nos toparemos con los ricos viñedos andinos de la provincia de Mendoza, la cual me tiene ganada el corazón por los grandes amigos que allá tengo.
Argentina es un mosaico natural en el que querrás perderte durante meses.
4. Nepal
Estaba claro que en esta lista no podía faltar el país en el que crecen de la tierra las mayores montañas del planeta. El perfil de Nepal atrae a aquellos que buscan aventura en la naturaleza o, simplemente, sentirse lo más cerca de ella (y del cielo) posible.
El pueblo nepalí también suma a la experiencia. Gentes nobles, hospitalarias y respetuosas te ayudarán en tu viaje por su país. Puedes elegir entre realizar grandes rutas, como la del campamento base del Everest o el famoso circuito de los Annapurna, o, simplemente, caminar sin una meta por cualquiera de los bosques, lagos, montañas y ríos que campan por Nepal a sus anchas.
5. Irlanda
Y en Europa me quedo con Irlanda. Porque sí, porque mi segunda casa lo vale y porque existe una buena razón para haberse ganado el sobrenombre de la Isla Esmeralda.
La costa atlántica de Irlanda es la más bonita que vi en toda Europa. Dramáticos acantilados como Moher, Slieve League y Horn Head mueren en las bravas aguas del océano. Sus rocas están cubiertas de verde, al igual que el gran número de colinas que salpican el paisaje de la isla. Innumerables calas escondidas jalonan la península de Dingle e islas solitarias como Arranmore, Achill o Aran esperan a que tengas la valentía de visitarlas.
Bosques milenarios esconden aún leprechauns (los duendes irlandeses) y druidas en el condado de Donegal, el Parque Nacional de Connemara, los lagos y montañas de Wicklow o el Anillo de Kerry.
Un país para recorrerlo pausadamente en bicicleta con una mochila a la espalda… Y un buen chubasquero.
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