Bangkok es una ciudad que ofrece muchas cosas al viajero pero cuando ya la conoces y a las 9 de la mañana el termómetro ya está por encima de los 30 grados y el Sol te quema la piel, comienzas a pensar en una manera de salir de ese infierno.
Nosotros habíamos solicitado el visado para entrar a Myanmar un Viernes y teníamos que esperar hasta el Martes para recogerlo así que empezamos a buscar alternativas costeras al horno que era la capital tailandesa.
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Parecía que Ko Samet y Ko Chang -islas a una distancia muy razonable de Bangkok- se petaban de mochileros y turistas durante el fin de semana así que nos decidimos por Hua Hin, un lugar sobre el que leímos que era más tranquilo y tenía también buenas playas. Además yo no lo conocí en mi anterior visita a Tailandia en el 2003.
La apuesta salió bien.
Cogimos un bus de la terminal Sur de Bangkok y en menos de 3 horas(140 Bahts) nos plantamos en el centro de la pequeña ciudad costera.
Nos habían comentado que la zona era un poco cara en cuanto a alojamiento pero, tras ver 5 o 6 sitios, encontramos una Guest House bastante decente a pocos metros de la playa, en el corazón de la zona de bares y restaurantes cercana al muelle. Por 500 Baht teníamos una habitación doble con nevera, baño, tv satélite y ventilador. Mucho más lujosa que los sitios en los que nos solíamos quedar y con un ambiente muy tranquilo en la casa.
La playa de Hua Hin es bastante larga y la marea hace que cambie su anchura. El agua es bastante limpia aunque está algo demasiado caliente para mi gusto. Cuando fuera del mar hay como 35 grados lo que te apetece es zambullirte en agua fría pero este mar estaba algo más caliente que mi Mediterráneo en verano, a la altura de Alicante, la Millor Terreta del Món.
Los turistas que tomaban el Sol en tumbonas o toallas eran en su mayoría personas europeas de avanzada edad o familias con niños, un gran contraste con el ambiente mochilero que reina en el resto de playas del país. También hay una minoría de jóvenes occidentales que vienen a Hua Hin atraídos por las buenas oportunidades de realizar windsurf o kite-surfing. Por las tardes se levantaba un buen viento y el cielo de la playa se poblaba de gigantes y coloridas cometas que hacían surcar las olas a toda velocidad a los chicos atados al otro extremo del arnés.
Me quedé contemplándolos un buen rato y sentí grandes ganas de ir a ver a mi gran amigo Pedro a Fuerteventura para que me enseñe a hacer kite. De hecho decidí que lo haría seguro en cuanto regrese a España. Así que Pedrito, prepárate y prepara también el botiquín dada mi legendaria habilidad con deportes que exijan coordinación de movimientos.
Ya que no podía surcar los mares atado a una cometa me consolé con un partidito de fútbol en la arena con unos chicos tailandeses. Era la primera vez que jugaba al fútbol en todo el viaje y disfruté como un enano.
Después me di una carrerita por la playa y buen baño al anochecer. El lugar era hermoso bajo la luz tenue del ocaso.
Sin apenas secarme nos fuimos paseando de vuelta para nuestro hostal, pero en lugar de ir por la playa lo hicimos por la carretera. Hay un centro comercial bastante decente -y caro- justo en segunda línea, algunos puestos para comer en la calle y un mercadillo nocturno que tampoco tiene mucho.
Las otras opciones para cenar, comer o beber están en su mayoría en la zona donde estábamos alojados. Cerca del Hilton y del muelle hay multitud de restaurantes con todo tipo de comida, televisiones ofreciendo partidos de la Premiership y bares de copas donde existe la curiosa mezcla de parejas occidentales y turismo sexual (pero en mucho menor medida que en otros lugares famosos por ésto, como Pattaya).
Otro de los negocios que pueblan la ciudad son los sastres que hacen ropa a medida, sobre todo para hombre. Parece ser que es algo bastante extendido por la zona de playa de Tailandia -muy dirigido a los extranjeros- y tengo que admitir que los precios son realmente buenos. Estuve tentado de hacerme un par de pantalones pero al final el tema logístico pudo más. Paso de ir cargándolos hasta el final del viaje.
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Sólo pasamos allí dos días pero fue un gran descanso del calor que veníamos pasando durante gran parte del viaje y nuestro primer contacto con la playa después de 2 meses de viaje. No es un playa paradisíaca como las de las islas, sino más bien algo más parecido a las que ves cerca de las ciudades de la Costa Mediterránea, pero a nosotros nos valió de sobra.
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Madre mia más de 30º a las 9 de la mañana.. y luego nos quejamos de Sevilla!!