Creo que hay dos tipos de edificios que definen muy bien a una sociedad o cultura en un momento determinado: los edificios religiosos y los centros de poder. Según cómo se construyan unos y otros, podemos hacernos una idea de cómo son las gentes que habitan un país y la relación con sus gobernantes divinos y terrenales.
En Finlandia, para el primer caso, encontramos una curiosa variedad, como os conté al hablar de la Capilla del silencio y la iglesia dentro de una montaña. Pero esas eran construcciones modernas, así que hay que echar un vistazo a edificios más antiguos, como las catedrales, así, en plural, de Helsinki.
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No se parecen a las de Burdeos o Trieste, pero en Helsinki encontramos no una sino dos catedrales. Con una historia de pertenencia a distintas potencias hasta lograr su independencia, no es de extrañar que ambas sean también de distintas religiones.
Tuomiokirkko: la catedral blanca de Helsinki
Presidiendo la Senaatintori (la Plaza del Senado) desde una privilegiada posición elevada, la Catedral de Helsinki es un gigante blanco cuyas cruces contemplan la ciudad, el puerto y el mar desde sus verdes cúpulas.
Desde la Plaza (inspirada en el estilo imperial de San Petersburgo), cuarenta y siete son los escalones que hemos de salvar para acceder al edificio de mediados del siglo XIX. Construido en forma cruciforme griega, cuenta con cuatro esculturas de zinc de los Apóstoles en su tejado.
Siendo evangélica luterana, su interior, para alguien acostumbrado a las iglesias católicas, es de una llamativa sencillez. Las únicas representaciones humanas son estatuas de Martín Lutero y Mikael Agrícola (el “padre” del idioma finlandés escrito, y reformista de la Iglesia de Finlandia conforme al luteranismo). A la derecha del púlpito y tras el altar, (con un ángel a cada lado), un gran cuadro de Jesús tras ser bajado de la Cruz, es la única concesión en materia de imágenes religiosas.
Interior Catedral Tuomiokirkko en HelsinkiHasta 1917, cuando Finlandia logró su independencia de Rusia, se la conocía como la Iglesia de San Nicolás y la estatua que hay en el centro de la plaza, a sus pies, es la del Zar Alejandro II, autor de reformas y medidas para dotar a Finlandia de mayor autonomía.
La estatua alcanzó, por cierto, un gran simbolismo cuando en 1899 el Zar Nicolás II impulsó la rusificación del país: los finlandeses protestaban contra el nieto dejando flores a los pies de la estatua del abuelo. En cualquier otro país, el nuestro sin ir más lejos, probablemente se hubiera intentado hacer volar la estatua por los aires.
Uspensky: la Catedral Ortodoxa
A menos de 400 metros de su contraparte luterana, se encuentra la Catedral Ortodoxa Uspensky que es también de mediados del siglo XIX aunque se terminó posteriormente a la catedral blanca.
Intencionalmente o no, también rivaliza con la Catedral Luterana por estar a una cierta altura sobre el resto de la ciudad, en lo alto de una colina de la península Katajanokka. Los ladrillos rojos y tejados verdes de la catedral ortodoxa más grande de Europa Occidental son un contraste de color con el cielo habitualmente azul.
Trece son en total las cúpulas de la Catedral, representando a Cristo y los doce apóstoles, y os recomiendo visitar esta después de haber visto Tuomiokirkko. El motivo es muy sencillo: la gran abundancia de iconos y otras decoraciones típicas ortodoxas puede ser un shock muy fuerte con la sencillez interior de la catedral luterana y hacerla desmerecer a nuestros ojos.
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Cuando vayas a viajar a Helsinki, estas dos catedrales que te he presentado serán parte imprescindible de tu visita y tal vez te ayuden a conocer mejor la idiosincrasia de los finlandeses, un pueblo que es independiente desde hace menos de un siglo y que ha tenido religiones impuestas y religiones revolucionarias.
Fotos | Avistu