Durante los últimos años, el turismo ha ido incrementándose de forma constante en Irlanda del Norte. Ahora que ya he viajado varias veces por sus tierras, no me resulta complicado adivinar la razón. Y no, no ha sido por ser el foco principal de escenarios y estudios de Juego de Tronos (aunque, innegablemente, eso ha ayudado).
La bella naturaleza irlandesa, permite realizar una buena cantidad de deportes y actividades al aire libre: surf y otros deportes acuáticos, ciclismo, barranquismo, parapente, paseos por el bosque…
Además, hay empresas que han visto en estos paisajes una oportunidad de crear divertidos juegos y actividades para entretener al personal.
En mi reciente viaje por Irlanda del Norte, probé tres de ellas:
Conduciendo un hovercraft
Al contrario de lo que suelo hacer durante la comida, no me dejo lo mejor para el final sino que comienzo por ello.
¿Sabes lo que es un hovercraft (o aerodeslizador)? Bueno, si no lo sabes, no te preocupes porque yo tampoco lo tenía muy claro hasta que lo tuve delante.
El hovercraft es un vehículo anfibio que se desliza al lanzar un chorro de aire contra una superficie que se encuentra debajo de él. Tuvo un importante uso durante la Segunda Guerra Mundial. El que tenían en Foyles (una empresa situada en la localidad de Limavady) consistía en una especie de kart, pero más grande, que en lugar de ruedas tenía una base neumática que cubría todo los bajos y era impulsado por una especie de ventilador gigante, cuyo motor se alimentaba de gasolina. Podía coger hasta 70 km/h.
Yo, que no había visto uno en mi vida, no tenía ni idea de cómo conducirlo.
Cuando llegamos al campo de prácticas, los monitores nos dieron un casco y nos hicieron una rápida demostración de cómo había que conducir un hovercraft. El secreto para hacerlo es utilizar tu cuerpo.
Aunque tiene un manillar parecido al de un quad, el giro del hovercraft es mucho más progresivo que el de cualquier otro vehículo. De hecho, aunque tú gires hacia la derecha el manillar, si no vuelcas tu cuerpo – conduces estando de rodillas dentro del vehículo – hacia ese mismo lado, el hovercraft apenas gira.
Por lo tanto, el secreto está en acompañar cada movimiento del manillar con el peso de tu cuerpo. En cierto modo, se parece bastante a lo que puedes ver en una carrera de moto GP, en la que los corredores tumban junto con su moto.
Tras realizar unas cuantas maniobras sobre el corto césped del campo de pruebas, llegó el momento de medirnos contra el crono en los dos circuitos diseñados para ello.
Ambos tenían una combinación de césped, arbustos y pequeños estanques, y exigían que pusiéramos en práctica todo lo que nos habían enseñado.
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Me lo pasé como un niño pequeño. Me habría tirado el día entero corriendo con el hovercraft.
Quedé segundo en ambas pruebas, pero la medalla de plata me supo a gloria teniendo en cuenta que nunca fui muy habilidoso con los vehículos en general. Además, teniendo en cuenta que batí – por mucho – el tiempo realizado por el exfutbolista del Barcelona y la selección inglesa, Gary Lineker (el lugar salió en un famoso programa de un canal del Reino Unido), tampoco me podía sentir mal.
La mayoría de mis compañeros de viaje se lo pasaron tan bien como yo y aún estábamos riéndonos y comentando las jugadas de las carreras mientras nos preparábamos para nuestra siguiente actividad: el futgolf.
Futgolf
Aquí, a pesar de que he jugado de portero casi toda mi vida, sí que pude demostrar el tiki-taka que tenemos los españoles.
Si no sabes lo que es el futgolf, simplemente pon atención en la construcción léxica de la palabra. Se juega al golf con un balón de fútbol y chutando con el pie. Es decir, tienes que hacer exactamente lo mismo que hizo el gran Sergio García para llevarse la chaqueta verde del Master de Augusta hace unos meses, pero con un balón de fútbol y en hoyos del tamaño adecuado.
El campo de golf de Foyles contaba con 18 hoyos de distinta dificultad. Muchos de ellos presentaban obstáculos y búnkers que exigían tener un toque preciso y seguir la estrategia adecuada.
Siendo 9 personas, nos separamos en dos grupos y comenzó el sano pique. Lo pasamos de lujo y nos reímos sin parar, sobre todo cuando alguien metía el balón en la arena del búnker o en las hierbas altas.
Finalmente, la clase española se impuso a la entrega irlandesa, la tenacidad alemana, la valentía danesa y el conservacionismo belga.
Cuando acabamos les restregué bien mi victoria por la cara (para mofa general del personal) y nos fuimos a disfrutar de la tercera actividad del día.
Caminando sobre los árboles
Algunas leyendas cuentan que los bandoleros del gran Robin Hood se movían por los árboles más rápidos que los monos y con mucho mayor sigilo. Bien, pues no fue nuestro caso.
Probamos la actividad de movernos entre los troncos de los árboles en Jungle NI, un lugar situado en plena naturaleza irlandesa que ofrece una gran cantidad de diversiones al aire libre, tales como quads, paintball, zorbing, acampada, etc.
Cuando nuestro guía nos enseñó cómo se utilizaba el enganche con el que nos movíamos por las distintas cuerdas, todo parecía muy fácil, pero después los obstáculos que había colocados para dificultar el paso de árbol a árbol lo complicaron todo. Y eso que escogimos la ruta más sencilla (no se contaban muchos valientes en nuestras filas).
Escalones que se movían, tirolina aérea y salto al vacío eran algunas de las cosas que hicimos para completar el recorrido.
Acabamos con una buena sudada provocada más por los nervios que por el esfuerzo.
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Al final del día, caí rendido en la cama del hotel. Las tres actividades son realmente divertidas para realizar en grupo, pero si tengo que elegir una, claramente me quedo con las carreras de hovercrafts.