Historias de fútbol y viajes

En la playa que estaba justo al lado del Pan de Azúcar de Río también se jugaba al fútbol
En la playa que estaba justo al lado del Pan de Azúcar de Río también se jugaba al fútbol

Hoy comienzan los cuartos de final del Mundial de Brasil y, con España fuera, los veré tranquilamente en casa. Recuerdo la tensión de estos momentos en el Mundial del 2010, o las Euros 2008 y 2012…Y lo echo de menos. Me gusta el fútbol y el tenis por igual, pero he de reconocer que el primero es un idioma universal.

En mis viajes con la mochila por el Mundo en más de una ocasión el fútbol se ha convertido en el vehículo por el cual he podido conocer a gente local que quizá no habría entrado de ninguna otra manera en mi vida. Aquí os dejo alguno de esos relatos:

Con amigos en las playas de Río de Janeiro

Cómo no. En Brasil se siente el fútbol como en pocos, o ningún, otro lugar del Mundo.

En mi viaje por Sudamérica entre Noviembre del 2008 y Mayo del 2009 comencé mi andadura por el país carioca. En Río de Janeiro alquilamos un apartamento a unos 100 metros de la playa de Copacabana y, casi lo primero que hicimos, fue comprar una bola de fútbol para jugar en la playa. En cuanto oscurecía, todas las tardes nos bajábamos a echar un partidillo en la arena de Copacabana. Fue así como conocimos a unos chavales argentinos y brasileños con los que comenzamos a echar pachangas fijas.

Nuestro campo de fútbol nocturno: Copacabana
Nuestro campo de fútbol nocturno: Copacabana

Al tercer día ya comenzamos con el tercer tiempo y cayeron unas buenas caipirinhas tras el baño en el mar y la ducha pertinente. Una pena que un par de años más tarde ya perdimos el contacto, pero fueron grandes noches brasileras las que pasamos juntos.

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El pescador futbolero de Bagan en Myanmar

Una de las más bonitas experiencias que he tenido durante mis viajes ocurrió en la ciudad de los templos por excelencia de Myanmar (y toda Asia, diría): Bagan.

Allí conocí a Sooleuy, un humilde pescador que no llegaba a la treintena que formó parte de mi vida durante las 72 horas que pasé en Bagan y ya nunca le olvidé.

Fui con mi bicicleta hasta la zona que llaman Nuevo Bagan, donde vive la gente y no llegan los turistas. Allí las familias se bañaban en el río, lavaban la ropa…Los niños reían y alborotaban… Estaba atardeciendo y debía encontrarme con mi novia y unas chicas israelíes en una pagoda desde donde mejor se podía contemplar la puesta de Sol.

Con Sooleuy...Espero que sea muy feliz allá donde esté...
Con Sooleuy…Espero que sea muy feliz allá donde esté…

Sooleuy se me acercó con el típico: «Where are you from?«. Cuando contesté: «Spain«, se le iluminaron los ojos y empezó: «Villa, Xavi, Iniesta, Casillas…«. Yo me reí y continué su alineación. Pero lo mejor fue cuando le dije que era de una pequeña ciudad llamada Alicante y me dijo: «Hércules!«. Me quedé ojiplático. A ver, incluso en España hay gente que ni ha oído hablar del Hércules CF. Y menos ahora, que ha descendido a Segunda B.

No pude evitar la risa y comenzamos a hablar entre signos y chapurreando inglés. Decidí pasar de la puesta de Sol y me quedé hasta las 11 de la noche con Sooleuy y su familia. Primero nos bañamos en el río, nadamos hasta una pequeña isla de arena en medio del mismo y rápidamente pasamos del fútbol a hablar de la vida en su país, de asuntos políticos e históricos, de las penurias a las que sometía la maldita junta militar de Myanmar a sus habitantes… Aprendí mucho de su vida, en concreto, y de la de los birmanos en general. Su inglés era muy básico pero con paciencia y dibujos en la arena conseguí también explicarle cosas sobre España y Europa u otros sitios por los que yo había viajado. Su ansia de saber e inquietud no tenían fin.

Regresé al día siguiente sobre la misma hora y me quedé con él hasta las 12 de la noche. Nos despedimos para siempre. Me dio una dirección de correo del restaurante que regentaba el hombre que le alquilaba a él un tercio de su pequeña barca de pesca. La perdí semanas más tarde, junto con notas del viaje. Lo sentí en el alma. Sabía que no le vería jamás. Hubo un viajero al que le ayudé a preparar el viaje a Myanmar y le pedí que le buscara junto al río. No le encontró.

Aún a día de hoy, muchas veces me pregunto que habrá sido de Sooleuy, su mujer y su pequeño bebé, que hoy ya será un hombrecito. Espero que la vida le reservara algo bonito porque lo merecía.

Jugando en Ilha de Moçambique

El vendedor de dulces dejando la playa para acudir al partido de cada tarde en Ilha de Moçambique
El vendedor de dulces dejando la playa para acudir al partido de cada tarde en Ilha de Moçambique

Casi en el extremo norte del inmenso país de Mozambique se encuentra el que fue el asentamiento europeo más antiguo de África. Los portugueses establecieron allí su capital colonial africana y, tras la independencia, Ilha de Moçambique fue tomada por los mozambiqueños y sus, otrora, lujosas mansiones han pasado a ser viviendas sociales que hoy en día están casi derruidas.

Allí recalé con mi gran amigo israelí Ophir y pasamos unos días de relax en el que conocimos a muchos isleños.

La isla es bastante pequeña pero tiene un campo de fútbol de tierra que no tiene nada que envidiar a los que tenemos en España. Allí cada tarde, sobre las 4, se organizaba un partido entre 22 chavales jóvenes y en forma. Todos bien equipados con sus botas y camisetas de Messi, Ronaldo (hay mayoría madridista por el pasado portugués del país) y demás. Yo iba a verlos cada tarde y me sentaba en las gradas bajo la extraña mirada del resto de mozambiqueños.

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Finalmente, el único día que venía descalzo de la playa, comencé a hablarles y les pedí si podía jugar un rato. Al final jugué toda la segunda parte. Descalzo, sudando como un perro… Pero lo dí todo. Era el único blanco y el que no llevaba botas. Aunque no estoy mal físicamente, la gasolina me duró como 30 minutos y después era imposible competir con la capacidad atlética de esa gente. Pero me dio igual.

Después del partido nos fuimos todos a tomar unas buenas cervezas frías mientras discutían acaloradamente sobre la liga española, la portuguesa, la champions e incluso el Mundial que había ganado España el año anterior. ¡Qué diferente ahora!. Estos tipos sabían más de fútbol que nadie que me hubiera cruzado antes.

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Y es que es así, el fútbol es puerta de entrada para llegar a conocer un poco más a las gentes de un país. La pena es que la FIFA y demás instituciones se lo estén cargando un poco convirtiéndolo en un negocio. Pero bueno, sigue hablando de fútbol en los viajes y tendrás una recompensa en forma de nuevas amistades y conocimientos.

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1 comentario en “Historias de fútbol y viajes”

  1. True said David !! Football knows no language & it brings people poles & continents apart together.
    In India, though cricket is like a religion, but the soul is touche by soccer. Kids & boys even from the slums dnt fail to kick the balls during Monsoon & now with the World Cup on.. they are glued & for once not thinking of the troubles in their life.
    Its a big reason for those smiles

    Cheers & a hug,
    Dev

Los comentarios están cerrados.

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