Un trayecto de tren de nueve horas en vagones generales da para muchos relatos. Podría contar la historia de una anciana de baja casta tratando de dormir en el suelo y cómo unos chavales la amenazaban a patadas si se acercaba demasiado, o también la de cinco estudiantes de ingeniería con los que entablé amistad y nos volvimos a encontrar por casualidad en Hampi. Podría explicar el suplicio que significa llegar a la puerta del vagón, sacar un paquete de cigarrillos y encontrarte de golpe con siete manos -¡y no se trataba del dios Ravana!- pidiéndote un pitillo. En Asia, y sobre todo en Vietnam y en la India, con un paquete de cigarrillos haces más amigos que con uno de Donetes!
A medio camino de Goa a Hampi tomé un segundo tren que partía justo al llegar y salir de uno y subirse en el otro fue algo parecido a una salida en estampida en una carrera de cross. Por suerte ya iba bien entrenado para el caso!
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Llegue a Hospet a la medianoche y la ciudad estaba celebrando su festividad. Con un rickshaw dimos un tour por toda la ciudad para encontrar todos los hoteles al completo. Finalmente fuimos a Hampi, de hecho mi destino final a 15 km de la estación, donde se hallan las ruinas de un imperio hindú y allí al tercer hostal pude encontrar habitación.
Hampi se halla en medio de unas montañas rocosas donde el imperio hindú de los reyes Vijayanagar del siglo XIV construyeron templos y palacios alrededor de unos 28 km2. Es una especie de Angkor Wat, salvando las distancias artísticas y dimensionales, donde apenas se ha excavado y el lugar esta casi tal y como el tiempo y la historia ha decidido.
Sin duda, en un país occidental esto se habría convertido en una especie de Disneyland con florecitas, puentes, precios imposibles y vistas a pájaro de distancia de los templos. Aquí uno entra gratis, se adentra por los bosques de plataneros, salta por las piedras y los templos, siente el peso de la historia y oye el palpitar de las piedras, las esculturas y los preciosos grabados en las columnas.
Estuve un par de días merodeando por los templos, saltando por las apetecibles rocas, disfrutando de los festivales con música, comida, danzas y un montón de hindúes de vacaciones que siempre son divertidos, sobre todo si hay algún río donde pasar la tarde!
TFW
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Me enamore de Hampi