Tras recorrer la estupenda Alta Vía 1 por los alpes italianos tomé un autobús en dirección a Milán. La compañía de autobuses Savda conecta el valle de Aosta con Milán a través de la estación de Lampugnano en frecuentes servicios.
Llegué por la tarde y quedé cerca del Duomo con mi amigo Andrea. El color era sofocante. Apenas pisé el pie en Milán noté el calor y la humedad asfixiante que asolaba la ciudad. A pesar de ser viernes, no me sorprendió observar que apenas se veía gente saliendo por la calle. Seguramente la mayoría de milaneses optan por huir de la ciudad durante el fin de semana.
Llegó Andrea y nos fuimos a tomar unas cervezas con unos amigos. Tras las cervezas vino una pizza y entre bocado y bocado no paraban de caernos gotas de sudor por la frente. Sin esperarlo, Andrea soltó: «No aguanto más este calor. En mi bolsillo tengo las llaves de mi casa en el lago de Como, ¿alguien se apunta para pasar el fin de semana?»
No me lo pensé dos veces. Creo que desde el momento en que soltó la mejor frase que oí durante toda mi estancia en Milán hasta que nos subimos al coche no pasaron ni 10 minutos.
El lago de Como se encuentra a menos de una hora en coche desde Milán, siempre y cuando el tráfico lo permita. Llegamos al pueblo de Bellagio (en medio de la intersección donde se unen el lago de Lecco y el lago de Como) y entonces vino mi segunda sorpresa del día al encontrarme ante una estupenda casa de tres plantas con un precioso jardín. Según me comentó, la casa la compró su abuelo durante los años cincuenta al igual que muchas familias milanesas durante esa época. Un auténtico lujo. Nos tomamos unas copas, charlamos y disfrutamos de la saludable brisa a más de 600 metros de altura y con el próximo lago relajando la piel y olvidando el sudor milanés.
Al día siguiente subimos al monte San Primo. Se encuentra en el interior de Bellagio y con 1,600 metros de altura se trata del pico más alto de la zona. Las vistas son espectaculares de una gran parte del lago de Como. Se puede ver Lecco, Bellagio, Como, Tremezzo y otras localidades que besan las aguas del lago. La zona es boscosa y bien preservada. Merece la pena si vais a Como que os subáis a este monte para comprender la maravilla de este lugar desde lo más alto.
Tras comer algo nos dirigimos al lago y nos pegamos unos chapuzones. Justamente ese día había una fiesta popular en el pueblo de Bellagio y no nos lo pensamos dos veces. Música popular, comida, etc. para mezclarnos entre los locales.
Como colofón al genial fin de semana en Como, nos esperaba más tarde una fiesta que no tuvo desperdicio. Barra libre por 20 euros y una multitud de milaneses de vacaciones para bailar durante toda la noche. Un auténtico festival para terminar unas espléndidas vacaciones por el norte de Italia.