Sólo hay dos tipos de personas que se alojen en un hotel junto al aeropuerto, los que tienen conexiones infernales entre dos vuelos y los que han perdido un avión. La primera vez que yo me he tenido que alojar en un hotel cerca del aeropuerto, encajaba en el segundo caso y pasé la noche en el Tryp Barcelona Aeropuerto, a sólo un par de kilómetros de El Prat.
El hotel lo eligió Vueling (es decir, Iberia) por mí, ya que si perdí el vuelo no fue porque yo me durmiera o me despistara. El avión de Vueling que me traía desde una ciudad europea muy al norte del continente había salido con tal retraso que al llegar al Aeropuerto de Barcelona, y por mucho que corriera por la T1, mi Vueling a Asturias llevaba ya 7 míseros minutos en el aire. Y era el último de ese día.
Una vez establecido esto para el lector y para la amable chica de la cabina de Tránsito/Transfers de Iberia, no se tardó ni dos minutos en ofrecerme un vuelo para la mañana siguiente, un bono (voucher) para una noche de alojamiento en el Tryp Barcelona Aeropuerto, una cena en el restaurante del mismo y desayuno a la mañana siguiente.
El hotel, como es habitual, ofrece un servicio gratuito de transporte a y desde el Aeropuerto para sus clientes, 24 horas al día, 365 días al año y con una frecuencia máxima de cada 30 minutos. Desde la T1, donde había aterrizado mi vuelo, la furgoneta (shuttle) sale desde el Parking G y está identificada como perteneciente al hotel (allí había de otros dos establecimientos distintos y varios transportes para quienes habían alquilado coche o lo dejaban en el aparcamiento de larga estancia).
En la furgoneta, que apareció antes de que se cumplieran ni tres minutos de espera, nos sentamos otras cuatro personas y yo, todos habían tenido su vuelo cancelado a juzgar por lo que comentaban en sus teléfonos móviles. Los cinco llegamos rápidamente a la puerta de acceso al hotel y nos acercamos a recepción donde tres personas atendían a los huéspedes.
Mientras esperaba mi turno, me quedé admirando sorprendido el vestíbulo del hotel. Si el espacio en el centro de una ciudad puede ser un lujo, cuando te encuentras en un polígono industrial tienes la libertad de derrocharlo a manos llenas. La forma aparente del hotel es un rectángulo cuyos lados están ocupados por las habitaciones y el centro del mismo es un lobby cuyo techo es el mismo del hotel.
Todas, o al menos la inmensa mayoría, de las habitaciones tienen sus puertas encarando a este gran espacio horizontal y vertical. Al restaurante, en el que cenaría después con un par de pequeñas decepciones, se accede desde un discreto pasillo hacia la mitad del lado izquierdo de la planta baja.
Al fondo a la izquierda hay una pequeña zona con dos ordenadores para conectarse a Internet (aunque el WiFi es gratuito en todo el hotel), frente a los que se encuentra una aparentemente ruidosa televisión. Al fondo a la derecha, no olvidemos que es un hotel de negocios, hay un bar (Lobby Bar) con una zona de sofás y mesas aislada del resto del hotel para tomar combinados y cócteles hasta bien pasada la medianoche.
De las 205 habitaciones de las que dispone el hotel, en 7 categorías diferentes, a mí me fue asignada la que ostentaba el número 131 junto a la puerta y estaba situada en el extremo opuesto a la entrada, al fondo del rectángulo por así decirlo.
No hay atajos, subes en el ascensor enfrente de recepción (donde el personal, pese a que se le acumulaban los vuelos cancelados por Iberia y Vueling, era atento y simpático) y un largo paseo me llevaba a la habitación donde dejaba las mochilas y salía a los pocos segundos para cenar (en teoría el restaurante cerraba a las once de la noche).
La cena era, digamos, ajustada al público. Las caras largas y el tono de las conversaciones denotaba una mayoría de comensales obligados a permanecer en Barcelona contra su voluntad. El buffet estaba también preso de las circunstancias.
Tres platos principales (uno de carne – mi elección – junto con uno de pollo – más tarde convertido en chuletillas de cordero por lo que supongo razones logísticas – escoltaban a una opción de pasta) pero estaban estupendamente acompañados por una variada selección de ingredientes para combinar en una ensalada.
Nunca tomo café (había máquina) más tarde de las seis porque no me deja dormir (de acuerdo, a lo mejor sí tomo café pero no después de cenar) así que le pregunté a una camarera por leche caliente (que no vi) para hacerme un ColaCao (cuyos sobres estaban a la vista).
“Si se la sirvo, se la tengo que cobrar” confesó. Los límites del voucher de Iberia/Vueling eran así de estrictos. Si a eso añadimos que el agua que acompañaba a la cena sólo podía ser de 50 cl (juro haber visto botellas de litro cuando había dos comensales en la mesa), nos hacemos a la idea de lo “duro” que supone vivir de la caridad de una aerolínea.
La habitación en la que me refugié al cabo de un rato no tenía nada de caritativa. Enfrente de un armario empotrado que no usé estaba la puerta del baño. Los vasos no eran de cristal transparente sino que tenían un ligero tono azulado y contribuían, con un tronco vegetal verde, a aportar una nota de color a lo que hubiera sido un cuarto de baño anodino.
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Eso si, me declaro muy fan de como Tryp “viste” sus escasas amenities (jabón de manos y gel de ducha son de envase mayúsculo): peina (peine), protege (gorro de ducha) y cepilla (cepillo de dientes+dentífrico) es lo que se puede leer en las bolsas en que se encuentran.
Una puerta interior separa, muy juiciosamente, el baño y el pasillo de entrada del dormitorio propiamente dicho. Mi puerta exterior estaba a menos de cinco metros del Office 1 y el ascensor de servicio y “casi” (sin las comillas) sobre la zona de televisión del lobby. Encontré una amplia zona de trabajo, sobre la que se había instalado un largo espejo (en el que me habían dado la bienvenida de manera simpática).
Corrí con minuciosidad maniática la gruesa cortina antes de acostarme: aunque yo estaba en el lado pequeño del rectángulo que es la principal forma del hotel, a mi izquierda circulaban a gran velocidad los vehículos por la Autopista de Castedelfells. Ni los coches ni las idas y venidas de los empleados me despertaron a la mañana siguiente. Fue la necesidad de estar en el restaurante bien antes de la hora de cierre del mismo (10:00).
El desayuno es estupendo. Lo resumo en cuatro palabras pero compensa (y uno no acaba de explicarse el motivo de la diferencia) los inconvenientes de la cena. Un buen surtido de bollería, cereales, quesos y una zona de ingredientes calientes (salchichas, huevos, bacon) llenan el estómago del ejecutivo o viajero más necesitado de calorías. Y hay leche caliente, sin pagar un suplemento, para el ColaCao.
A partir de las once de la mañana, cuando yo estoy listo para irme, el transporte al aeropuerto es cada media hora y eso me viene bien porque pasadas las diez en la habitación de al lado empiezan a sonar los martillazos. Sea lo que fuera lo que tenían que arreglar, y aunque hubieran comprobado que mi check out era como muy tarde a las doce del mediodía, este es el único detalle negativo que puedo comentar de mi estancia en el Tryp Barcelona Aeropuerto (el problema con la leche de la cena lo achaco a las condiciones pactadas entre hotel y aerolínea).
Si tienes que alojarte en un hotel junto a un aeropuerto y este es El Prat, el Hotel Tryp Barcelona Aeropuerto es una buena opción. Especialmente si no necesitas tomar ColaCao antes de dormir.
Hotel TRYP Barcelona Aeropuerto
Parque de Negocios Mas Blau II
08820 Prat de Llobregat
Barcelona
Tel: (34) 93 3781000 – Fax: (34) 93 3781001
E-mail: tryp.barcelona.aeropuerto@melia.com
Aquí tienes en Google Mapsel recorrido T1 Aeropuerto El Prat a Tryp Barcelona Aeropuerto
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Página Web Oficial del Hotel TRYP Barcelona Aeropuerto en Tryp Hoteles y en la página del Grupo Meliá (la cadena de hoteles Tryp pertenece al grupo Meliá, por eso os dejo dos páginas web distintas)
Hola Roberto:
Los billetes y los aviones/tripulaciones eran ambos de Vueling, el recorrido completo era HEL – BCN – OVD, y la conexión dependía por completo de ellos. Si menciono a Iberia es porque el mostrador de tránsito de Vueling más cercano a la puerta de embarque estaba vacío y buscando otro pasé por delante del de Iberia, le pregunté a la chica y me dijo que allí me podía atender.
Para serte sincero, no tuve que dar ninguna explicación ni pelear nada, sólo con enseñarle la tarjeta de embarque ya se puso a hacer los trámites. Como había perdido el último vuelo a OVD, me ofreció plaza en el de las 7 de la mañana siguiente, que era el primero, pero como no estaba por la labor de levantarme a las 5 de la mañana, le pedí uno más tarde, me ofreció el de la 1 y me advirtió que en ese caso cualquier gasto más allá del desayuno correría de mi cuenta.
Esta es la segunda ocasión que pierdo un vuelo por causas ajenas a mi voluntad (la primera fue una cancelación de Iberia allá por el 2006 en Chile) y la verdad es que no tengo ninguna queja del trato :)
Un saludo,
Avistu
Duda….¿el billete fue comprado en Iberia (y operado por Vueling) o comprado en Vueling? Porque la respuesta de Vueling en estos casos deja bastante que desear y yo personalmente no he conocido casos en los que Vueling ofrezca alojamiento de entrada (Iberia si lo hace). En Atención al Cliente lo que ofrecen es transporte en bus o plaza en el siguiente vuelo disponible (que depende del destino, puede ser al día siguiente o cuando esté programado el siguiente vuelo…ah, olvidate que te manden en un vuelo en conexión con Iberia)..y todo esto lo dice uno que Vueling le dejó colgado en la ciudad condal el día de reyes de este año.
Bueno, despues de esta perorata que pareczo un trol por no hablar del tema y dedicarme a otros menesteres, me parece perfecto que las compañías traten a sus clientes como clientes….así que me alegro que Iberia, que es lo que intuyo, te haya tratado bien y en un hotel que merece alojarse.
Excelentes recuerdos de ese hotel. Muy buena comida
Saludos!
Fernando