Aunque lo que es Tolosa se puede recorrer y visitar como escapada de un día desde San Sebastián/Donostia, si te planteas pasar más tiempo (y evitar un soberano madrugón), lo mejor es que pernoctes en la villa y además así podrás hacer excursiones por la comarca, a pueblos, caseríos o miradores de los alrededores. El lugar en el que yo me alojé con motivo de la Fiesta de la Alubia de Tolosa, fue el Hotel Oria.
El Hotel Oria pertenece a la cadena Sercotel y se encuentra situado a sólo 200 metros de la estación de ferrocarril de Tolosa. Por ese lado, su ubicación es idónea, sobre todo si te vas a llevar de vuelta a casa bolsas con productos (alubias de Tolosa, txacolí, guindillas de Ibarra) y quieres ahorrarte largos paseos. El centro histórico se encuentra a poco más de 5 minutos por S. Frantzisko Pasealekua o, si prefieres pasear por la ribera del río, le puedes sumar unos minutos más a la cifra anterior, por aquello de ir mirando el paisaje e ir por Zumalakarregi Pasealekua.
El Hotel Oria en Tolosa tiene dos edificios, una torre más nueva, de 1997 y otro inmueble cercano, más pequeño y con menos habitaciones. Yo me alojé en el primero de ellos, en la habitación número 45, que tiene vistas a un parque de ignoto nombre enfrente (donde está una de las 9 esculturas al aire libre de Tolosa, en este caso “El Arado” de Nestor Basterrechea) y a un lateral del edificio contiguo (¡pero no adosado!).
Mi habitación era doble, con dos camas individuales, y con un espacio bien aprovechado para las dimensiones de la misma. A la entrada, a mano derecha, un cuarto de baño que incluía bañera (punto a su favor, los que no la tenemos en casa la acabamos usando) de dimensiones más que razonables.
Jabón de manos, abrillantador de zapatos, peines y bote de gel/champú son las amenities (artículos de tocador) que podéis esperar encontrar. Una curiosidad, no había papel higiénico sino que sus funciones las desempeñaban los suaves pañuelos de papel de un dispensador. Un plus, vamos.
A cada lado de las camas, dos puertas de armario permitían acceder a, lo habéis adivinado, un armario. Otra puerta, debajo del mismo, ocultaba un par de cajones.
Todo el conjunto está discretamente integrado en la pared y proporciona más espacio para maletas y abrigos del que parece a simple vista.
El minibar, o mininevera, está empotrado en la pared, con sólo la puerta visible. Contiene el surtido habitual de bebidas y algunos snacks que sólo tocarías en caso de emergencia (por ejemplo, que ligues – aunque la recepción tiene servicio de 24 horas y a lo mejor fruncen el ceño cuando te vean – y quieras impresionar a quien te lleves a la habitación abriendo una bolsa de patatas fritas y un botellín de ron).
En una esquina de la habitación hay un pequeño escritorio, pero si quieres usar un portátil tendrás que desenchufar la lámpara de la mesa (aunque hay un foco led en el techo muy cerca). Como es habitual con el tema de los enchufes, sólo puedes confiar en encontrar uno en el baño (donde cargué la batería de mi cámara), y otro bajo la lámpara de noche, sobre el cabecero de la cama (el refugio habitual del cargador de móvil).
El Wifi gratuito en el hotel llegó a duras penas, pero sin quejas, hasta la esquina más alejada de la habitación. La mejor calefacción fue el radiador del cuarto de baño, cuya puerta dejé siempre cerrada para mantener una buena temperatura en su interior (a nadie le apetece pillarse un resfriado por andar en toalla por la habitación).
Hay un radiador cerca de la cama más alejada de la puerta, en la parte inferior de la pared, pero cuando corres las cortinas, especialmente la más tupida, me parece a mí que el calor se queda junto a la ventana.
¿Cómo se duerme en el Hotel Oria? Pues yo, que no soy fan ni de sonidos ni de claridad, no tengo ninguna queja sobre cómo estaba aislada la habitación o de ruidos externos a horas irracionales. Además, el colchón no era ni muy mullido ni muy duro y la almohada tenía la consistencia adecuada para mi gusto. No puedo decir que durmiera como un bebé porque como miembro del jurado de la Fiesta de la Alubia mi trabajo fue probar 24 raciones de ese plato ;)
En la planta baja se encuentra la pequeña recepción, un acceso interior a la cafetería y, a través de ella, al restaurante (independiente del hotel) que se encuentra en el sotano, el Botarri. La cafetería del hotel es frecuentada por todo tipo de clientes, la mayoría de ellos no huéspedes del hotel, y es el lugar donde se sirven los desayunos.
En realidad el desayuno es cualquier producto que se ofrezca a la venta, lo que en mi caso se tradujo en un colacao, bollería, zumo de naranja natural y cereales con leche. Más que suficiente, aunque yo a veces como con los ojos y si veo bacon, salchichas y huevos revueltos, acaban en mi plato.
En resumidas cuentas, el Hotel Oria en Tolosa es un buen hotel, de precios asequibles y bien situado, para alojarse si quieres que una escapada a Tolosa se prolongue hasta el día siguiente.
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La situación del Hotel Oria en Google Maps.
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