Trabajadores de un taller de camiones en Dhaka
Viajar a Bangladesh anticipando ver a seres humanos taciturnos y pobres de alma y cuerpo supone equivocarse de destino. Las expectativas pueden cumplirse en el exterior, por ejemplo en Dhaka cuando se pasee –si ese es el verbo adecuado– por las inmediaciones de las vías del tren, reinventada avenida a la que da la puerta de filas de chabolas.
Todas las actividades que uno imagina como normales sobre aceras y bajo techo tienen lugar en torno a la única zona donde el tren es rey efímero y los peatones campan a sus anchas, sin tener que esquivar tuk tuks y rickshaws. Entre la miseria se puede vivir y se vive. Y no se hace llorando.
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Hay pequeños talleres, ebanisterías y negocios donde se corta, lija, pule o administran micro empresas. Sus paredes suelen ser de ladrillo y ambiciones. De madera se compone la estructura de tiendas que ofrecen galletas, pastas, bizcochos, tabaco y el imprescindible cha, el te con leche condensada que es la bebida nacional. Pobres y ricos siempre encuentran tiempo para un cha y siempre hay cerca un sitio donde tomarlo.

Reparando un carro de transporte de mercancías en Dhaka

Taller de rejas y puertas metálicas junto a las vías en Dhaka

Tomando un te en Dhak
Constantemente me invitan a sentarme y tomarlo con ellos, momento en que me llueven los nombres y los apretones de manos. El inglés, que sólo algunos hablan a tropezones, limita nuestras charlas a preguntas descorteses en otras latitudes (edad, estado civil, religión…), curiosidad sobre mi viaje (tiempo en Dhaka, opinión sobre el país…) y deportes, porque aunque el cricket es aquí rey, el balompié no es un desconocido.
Un desapasionado del fútbol como yo nunca le agradecerá lo suficiente a Vicente del Bosque haber llevado a España a la gloria mundial. Nadie se imagina la cantidad de conversaciones que se pueden iniciar con esa victoria cuando uno revela su nacionalidad, amén de que una sonrisa cuando alguien se esfuerza en pronunciar “Casillas” o “Villa” es recompensada con otra sonrisa mayor.

Vendiendo utensilios de cocina en las vías

Recogiendo las mercancías al pasar el tren en Dhaka

Una bomba de agua en las chabolas de Dhaka
Esos pocos minutos, sentado en un banco de madera mientras se sorbe el té, es lo más lejos que muchos pueden huir cada día de su vida de las limitadas oportunidades que les rodean.
A sus espaldas, las propias vías son una zona de pequeño comercio, de comida y utensilios del hogar. Pescado vivo y envases plásticos de chillones colores y múltiples tamaños, tienen que ser recogidos con premura casi cada media hora, cuando pasa algún tren. Unos segundos de ruido y furia – arena y piedras vuelan al paso de las máquinas y los vagones – que no son mas que una molestia asumida y necesaria. Sin esas locomotoras no habría un espacio para comprar, vender, vivir.
Allí no existen los grifos. El agua corriente en casa es un lujo impensable para las familias que viven entre maderas y planchas de acero corrugado. Las bombas de agua son la fuente comunal donde lavarse el cuerpo, pero siempre vestidos; ellos generalmente con camiseta y al menos con el lungi, esa especie de falda larga masculina. Como en la India, aquí la máxima desnudez pública solo se permite de torso en el varón y la de la mujer está reservada a la intimidad del lecho.

Mujer con niqab en el tráfico de Dhaka

Viendo la televisión en Dhaka

Barbero en las chabolas de Dhaka
Observo de lejos una pequeña construcción con una lona cubriendo la espaldas de quienes se agolpan dentro. Cuando paso por delante descubro la razón que aprieta a tanta gente en un sitio tan pequeño, y no es otra que una melodía y palabras en hindú. En el local hay una televisión y están viendo una telenovela.
Una silla, para sentar al cliente, y una tela, para cubrirle por delante, sirven para improvisar una barbería. Donde hay oficio se encuentra la manera de practicarlo y ganarse unos takas con él.
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Y por todos lados me rodea la gente, exudando curiosidad y regalando sonrisas. Ser pobre no es sinónimo de ser hosco. Ser humilde no equivale a ser descortés. Ni los ciclones, ni vivir en uno de los países más pobres del mundo, y el más pobre de Asia, son motivos suficientes para borrar las sonrisas de la cara de la gente o doblegar su espíritu.
Puedes ver más fotografías de Dhaka y sus gentes realizadas por Avistu en la página de Facebook de Viajablog.
Fotos | Avistu
TFW
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Qué bueno…
precisamente estaba confeccionando una lista de trabajos y lugares para conocer alrededor del mundo, y me has dado una idea. :-)
saludos!
Gran post. El caos, la vida , la muerte, todo ello se conjuga en esos lugares que fascinan al viajero ;) . Buen viaje, disfruta
Genial. Otra vez. Te advierto que como sigas así, la fina línea que separa la admiración de la envidia es muy fina…. ;)
Abrazos!
Me he «redundao» al escribir, jajajaja, debo estar cruzando ya esa línea :P
No me extraña que viajablog tenga las visitas que tiene con post como este. Enhorabuena compañeros!
Un gran post… Ayuda a saber sacarle algo bueno a cualquier situación…
Genial artículo!
Por cierto, cada vez me gustan más tus fotos ;)
Unas fotos fantásticas…dan ganas de visitar el lugar…
Increíbles fotografías! Enhorabuena Avistu ;)
Excelente artículo! De hecho muchas veces entre la gente mas pobre encuentras los corazones mas grandes.
Hola JD,
Toma la idea y escribe :)
Un saludo,
J
Hola Iván,
Muchas gracias, sigo disfrutando!
Un saludo,
J
Hola Ku,
Muchas y humildes gracias. Con estas historias y gentes, tiene delito escribir mal.
Besos, (yo es que los abrazos se los doy a los chicos)
J
Hola somosviajeros,
Alaaaa…que exageración mas cortés :)
Muchas gracias!
J
Hola Purkinje,
Muchas gracias, esa es una de las moralejas…
Un saludo,
J
Hola Alberto/Zumito,
Muchas gracias! Respecto a las fotos, ya sabes que hago 100 para que me salga una buena :)
Saludos «y Alegría» ;)
J
Hola Pedro,
A veces mi ojo y mi cámara coinciden :) Bangladesh es un país completamente recomendable por su gente.
Un saludo y gracias,
J
Hola Danny,
Lo increíble son los sujetos y las situaciones :)
Muchas gracias!
J
Hola Laura,
Pues muchas gracias :) La verdad es que los 5 o 6 taka que cuesta un cha para mi no son nada pero para ellos si y sin embargo no me dejaban pagar.
Un saludo,
J
Si los ojos no fueran para ver,ni los oídos para oír, ni aun las manos para tocar, ni la piel para sentir, entonces solo seria existir , cuando yo, lo que quiero es VIVIR!!!! No se quien eres pero deseo que todo lo que veas oigas toques y sientas en cualquier parte del mundo que te encuentres……sea extremadamente sublime para detener tu respiración por un momento, y cuando a ti regrese ese aliento que se marcho por un instante, te haga volver a nacer
en ese espacio y en ese tiempo.
Hola Lety,
Pues muchas gracias por tus deseos. Uno de mis mejores amigos suele gritarnos en sus emails «Viva la Vida!».
Un saludo,
J
Tu que has estado allí, ¿ves posible que una mujer, sola, visite este interesantísimo país?
Hola alfaguara:
La respuesta, como no podía ser menos, es afirmativa. Sólo has de tener el normal respeto por las costumbres locales (en cuanto a vestimenta, por ejemplo) y tener el cuidado que tendrías en cualquier sitio respecto a zonas menos seguras, horarios en los que pasear por determinados sitios, precauciones con el dinero, etc. Nada, en realidad, que no se ajuste a lo que harías viajando por otros países.
Si te puedo ser de ayuda con respecto a Bangladesh, no dudes en preguntar.
Un saludo,
J
Menudo post ! Que colorido, que sonrisas y que luz mas impresionantes.
La sonrisa entre de la pobreza, es el tesoro que guardan de un alma sencilla y llena de valores. Mis hijos ahora estan en Dhaka, ayudando a la gente que le han concedido un microcredito, del grammin Bank.
Saludos
Hola Silvia:
Me alegro de que te hayan gustado las fotos y el post. Y me alegro mucho más de saber que tienes a los hijos ayudando sobre el terreno en Dhaka :)
Un saludo,
J