cortar el pelo en Dhaka
El padre de Shumo me miró desde el otro lado del sofá y lo dijo amable pero claramente “Mañana vamos a cortarnos el pelo y a afeitarnos la barba”. Un plural que podríamos llamar de cortesía, porque saltaba a la vista que en aquel salón de un piso en la capital de Bangladesh sólo había una persona con esa imperiosa necesidad. Su casa, sus reglas, mi pelo.
Salí de Avilés recién iniciado Septiembre del 2011 y mi peluquero habitual ya llevaba al menos un mes sin plantar su peine y tijeras en mi cabeza. Con el viaje por Asia mi aspecto se fue amoldando a las circunstancias (otros dirían “descuidando”). Sin la obligación de estar más que presentable ante amigos y familia, la longitud de mi cada vez menos pelo – la edad ya no perdona – fue aumentando en proporción directa a los kilómetros recorridos.
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Hasta que llegué a Bangladesh.
Me alojé haciendo CouchSurfing en casa de Rayhan Shumo, un joven estudiante de diseño que vive con sus padres en Dhaka, en la zona de Hazimpara. Mis iniciales tres o cuatro días se convirtieron en una decena, el supuesto sofá en el cuarto de invitados y mis anfitriones en familia.
Había llegado el país en avión procedente de Bangkok y mi primera impresión de sus gente se formó en la capital. En un país con una aplastante mayoría musulmana es curioso que no abunden las barbas, aunque ese tema – su obligatoriedad o no – es objeto de discusión entre los estudiosos de esa religión, una polémica a la que no pienso sumarme.
Aparte de que llevaba un par de semanas sin afeitarme, casi desde que estrené el año en la tailandesa isla de Koh Chang, ya he comentado que mi pelo excedía en longitud al de la mayoría de la gente con la que me cruzaba. Si además añadimos que el barrio por el que me movía no tiene ningún atractivo turístico (lo que le hacía más atractivo a mis ojos), entenderemos que mi figura no pasaba desapercibida. Lo menos que podía hacer era estar presentable.
Y a la peluquería, a donde me llevé la cámara y grabé el vídeo que os presento a continuación, me fui con el padre de Shumo y por 75 takas (más otros 75 de sugerida propina) me corté la melena y dejé la cara suave como el culito de un bebe.
Fotos y vídeo | Avistu
TFW
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¡Qué cabrito, que tiene poco pelo dice! No has visto el solar urbanizable que tengo en mi cabeza, muy bueno el video.
Respecto a lo de la barba te comprendo perfectamente, a mí me ocurre igual, entre que no tenemos obligaciones y esas cosas prácticamente sólo me afeito cuando lega un día que me miro al espejo y parezco un homeless en toda regla.
Carmen, cuando estamos lejos de casa no es tan fácil afeitarse. Ya sabes cómo son muchos alojamientos por esos mundos de Dios. O el espejo está tan ajadpo que no se vé nada, o no hay luz decente, o las cuchillas que has comprado en el seven eleven parecen de juguete… rara vez se juntan los condicionantes necesarios para proceder a un buen afeitado.
Estoy disfrutando mucho de tus crónicas de Bangladesh, Avistu.
Jajaja…pues no tío..no hay foto..menos mal!
Arol, yo también me alegro del resultado final :) No me ha crecido tanto porque salí de Avilés con él bien corto, que si no…
La peluquería estaba al fondo de una tienda…de móviles :)
David, TIENE que haber una foto de ese no-peinado con el que fuiste a la peluquería del pueblo… :)
Lo del pelo era inevitable, yo solo tengo tres estilos: corto, «entremedias» y largo…y vuelta a empezar. Lo de la barba es un tema aparte, por respetar la cultura local*.
El vídeo está mejor que aquel que hice de un combate de sumo…al menos ya miro a la cámara cuando hablo :)
Y si algún día tengo descendencia, que no herederos, seguro que quieren correr un tupido velo sobre este post…
J
*cuela?
Yo me he acostumbrado a que me afeiten, por 30 rupias aquí, y me va a resultar extraño volver a empuñar una cuchilla la semana que viene :)
Gracias Pau! Y si que me hacía falta!
Te han dejado muy bien, aunque no te ha crecido tanto en 6 meses.
La peluquería está en una tienda de «burguers»?
Muy bueno!jajaja. Yo con el pelo que tengo me sobro y me basto con mi máquina de rapar pero recuerdo una muy buena que me ocurrió en un pueblo perdido de Colombia. Me habían robado la mochila de mano en Perú un par de meses antes y el cargador de mi máquina de rapar iba en ella. Cuando me empecé a cortar el pelo en San Agustín (Colombia) aquella tarde sabía que la batería de la máquina estaba en sus últimas. Y así fue. Con media cabeza rapada y la otra con pelo, me calcé una gorra XXL (gran cabeza no aloja gran cerebro, obviamente) y me bajé a la peluquería del pueblo. Las risas del pavo cuando me quité la gorra no tienen precio.
Y bueno, me arregló por 1 euro y medio…hay que ver..
Jajajajaja! Vale, lo del pelo lo «entiendo», pero ¿y la barba? ¿era necesaria?
(Obviamente me refiero a que si era necesario dejársela crecer hasta esos límites… alma da cántaro, ¿no tenías una cuchilla??)
Genial el vídeo, de esos para que algún día sean descubiertos por sorpresa por tus herederos :P
jaja! que bueno! y me parto con tu colega de Couchsurfing! jaja!
Comparto esta aficion de cortarme el pelo en sitios raros. El mejor recuerdo es en una barrio perdido de Estambul, que agilidad y maestria con el afeitado! unos cracks!
Jejeje buena falta te hacía. Muy divertido el vídeo :D