Fue uno de los descubrimientos del pasado fin de semana. Con el extraño nombre de L-401, la carretera que cubre la distancia entre Sant Llorenç de Morunys y la población de Oliana atraviesa una zona paisajística de gran belleza y apenas encontramos vida humana siguiendo sus curvas.
De buena mañana, partimos del pantano de La Llosa del Cavall donde estábamos alojados y, tras realizar la ascensión al Pedró dels Quatre Batlles, nos dirigimos hacia el Coll de Jou. En ese punto nuestra primera intención consistía en seguir la estrecha carretera que se interna por el macizo del Port del Comte. No obstante, a la segunda curva al volante observamos hielo sobre el asfalto y decidimos dar marcha atrás y buscar un plan B.
Y el plan B resultó ser un delicioso recorrido por una de las carreteras menos transitadas del Prepirineo catalán.
Desde el mismo Coll de Jou seguimos la carretera L-401 en dirección a Odén y Cambrils. Me sorprendió encontrar al tocayo del pueblo costero de Tarragona por estas latitudes, que ni tan siquiera aparece en Google Maps, y hacia ahí nos dirigimos.
Aunque pasan muy pocos coches por esta carretera, debéis ir con cuidado en las curvas. De vez en cuando, pasan algunas furgonetas de campesinos locales y, como es habitual en zonas de montaña, se conocen el arcén al dedillo y te pasarán rozando si te despistas.
La carretera discurre bajo las paredes del Port del Comte y atraviesa la Sierra d’Oliana y Odén. Al sur encontraréis grandes extensiones abiertas con amplias vistas hasta Montserrat. Silencio, halcones sobrevolando el horizonte y las Sierras de Prada y Boumort al oeste ya en la comarca del Alt Urgell.
A principios de diciembre, encontramos zonas heladas en varias zonas de la carretera pero apenas tuvimos problemas de conducción sin llevar las cadenas puestas.
A medio camino encontramos un cruce de carreteras. La vía principal nos dirigía a Solsona mientras que una carretera secundaria nos llevaba hasta Oliana. Optamos por la segunda por la panorámica que ofrecía pero nos arrepentimos al cabo de unos kilómetros. El arcén desapareció de repente y el camino se convirtió en una pista forestal de difícil conducción para un turismo. Cubrimos el trecho de unos 3 kilómetros con sudores pero sin percances.
Una vez llegados a la pequeña población de Cambrils encontramos un restaurante donde nos dimos un auténtico festín con el menú de la casa. Una buena ensalada y unos deliciosos pies de cerdo a la brasa ideales para culminar una jornada de conducción descubriendo los secretos del Prepirineo.
Sin duda los planes B en ocasiones son los mejores recuerdos que te llevas de un viaje!
Quique, a veces creo que lo mejor de trotar por lomas y montañas es el bocadillo, sentados en un saliente, o a la sombra de un árbol; o esa comida que propones…
Parece mentira que paisajes podemos encontrar tras unos números y unas letras incomprensibles. Y, una vez más, se demuestra que los planes B, no tienen porque ser menos que los A.
Saludos!
Soy canaria y no se sí por el hecho de vivir en un territorio limitado, comparto esa pasión tuya por los viajes.
Por cierto este año conocí esa zona que tu dices y disfrute muchiiiisimo.
Saludos