Probablemente Carcassone es la ciudad medieval mejor conservada que he visto. Las imponentes murallas se divisan a lo lejos y, mientras nos acercamos, da la impresión que en cualquier momento el castillo de Carcassone levantará sus armas dispuesto a lidiar nuevas contiendas.
Junto a la antigua ciudad existe una enorme zona de parking de varias plantas sobre tierra. Aparcamos el coche tras dar unas vueltas. La tarifa va por horas y se paga al salir del parking. Estuvimos unas 5 horas visitando la ciudad y nos salió por 5,5 euros.
Al igual que en Venecia, la ciudad ha pasado a ser un reclamo turístico y por las calles del casco antiguo los coches no circulan y la vida real ha dado paso al ficticio teatro del turismo.

Si podéis, absteneos de visitar Carcassone en agosto. Nosotros lo hicimos por esas fechas y la ciudad medieval estaba atestada de turismo por lo que el agobio es general y fueron pocas las calles donde pudimos sentir la fuerza real que transpiran sus antiguas paredes.
La fortaleza de Carcassone es una de las mayores representaciones que nos queda en buen estado de la época medieval. Todo el casco antiguo queda protegido bajo una doble muralla cuyo acceso queda abierto a través de sus imponentes puertas.
En el interior encontramos el castillo y un sinfín de callejuelas que serpentean por edificaciones medievales tan bien conservadas que parecen irreales. Aunque también es cierto que, hoy en día, conocemos Carcassone tal y como es gracias al trabajo del arqueólogo Violet-le-Duc que durante el siglo XVIII reconstruyó la ciudad. Su trabajo no estuvo exento de críticas pero al fin y al cabo, gracias a su labor, la ciudad medieval de Carcassone es la más grande y mejor conservada de Europa.
El tren turístico de Carcassone
Hicimos la turistada y nos subimos al trenecito que da la vuelta alrededor de las murallas. Parten de la puerta de Narbonnaise y realizan una vuelta circular por el exterior de la ciudad amurallada con audioguías en distintos idiomas; catalán y castellano incluido. Nos salió gratis. Estábamos sentados junto a un gran grupo y a la hora de pagar pensaron que íbamos con ellos y no nos pidieron el dinero. Era una de las últimas atracciones que visitábamos durante nuestros 10 días por el sur de Francia y evitarnos esos 7 euros por cabeza nos fue de maravilla. El trenecito es una buena manera de tomar contacto con la ciudad y observar las enormes proporciones de esta ciudad medieval y entrar en contacto con la historia.
Una vez terminada la visita en tren procedimos a atravesar la puerta de Narbonnaise y nos perdimos por las callejuelas de la antigua ciudad de Carcassone.
Comer en Carcassone
El plato típico de Carcassone es el cassoulet. Se hace incluso divertido ver a los turistas en pleno agosto, a más de 30 grados, zamparse un plato de alubias con chorizo en una terraza con la frente sudando chorros de alegría y grasa.
Encontramos un montón de restaurantes ofreciendo menús muy parecidos y escogimos el lugar basándonos en el número de comensales y la pinta que tenían sus interiores.
Alojamiento en Carcassone
Tocaba descansar y para evitarnos altos precios y búsquedas inacabables en agosto nos fuimos directos al Etap Hotel en la cercana población de Castelnaudary. El hotel se encuentra junto a la salida de la autopista de la misma ciudad y la habiación sale por 55 euros. Como es habitual en este tipo de hoteles, no disponen de personal en recepción y todo es automático. La habitación es impersonal, moderna y funcional. Suficiente para el descanso que necesitábamos.