Después de hacer vía en Estambul llegamos por fin a Bangkok. La capital tailandesa es una verdadera locura y el sofocante calor del monzón en verano nos abrasó ya a los primeros minutos.
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Con mi amigo italiano Guido decidimos buscar la forma más barata para empezar bien ese largo viaje que nos llevaría a través de gran parte de Asia durante ni más ni menos que seis meses. Optamos entonces por el tren que, por unos cuantos bahts, nos acercaba a la ciudad de la manera más económica posible y evitando así la posible timada que nos hubiera caído ya solo de llegar a tierras tailandesas.
El tren nos dejó en el corazón de la ciudad y siguiendo el mapa de la Lonely Planet nos internamos por las callejuelas de esa gran metrópolis en busca del follón, en busca de Kao Shan Road.
¡Dios mío, que locura de ciudad! ¡Qué panza de andar nos hicimos el primer día! Empezamos demasiado desconfiados y ni siquiera tomamos un rickshaw que tan baratos son.
El calor era asfixiante pero hicimos acopio de fuerzas y nos adentramos en la ciudad hasta llegar al lugar deseado. Aparcamos nuestras mochilas en el Mini House. Un hostal de los más baratos que pululan por la zona de Kao Shan Road. Unos 3 euros por una habitación individual. Ninguna maravilla pero tampoco aspirabamos a una suite.
Veloces como nunca, nos fuimos a tomar la primera cerveza en Tailandia para celebrar nuestra llegada y el inicio de un viaje que nos llevaría ni más ni menos que durante 6 meses circulando por Asia. Felices y con una Shinga en la mano lo celebramos sin saber la de sorpresas que nos esperaban en el Mini House!
TFW
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