Casi todo el mundo sabe que Santa Merçè es la patrona de Barcelona. No obstante, es probable que no todo el mundo sepa que esa distinción se le adjudicó a la santa apenas hace cuatro siglos y reemplazó a la antigua patrona, Santa Eulàlia, una de las primeras mártires cristianas de la ciudad, gracias a su mano de santa en salvar la ciudad de Barcelona de una plaga de langostas durante el año 1687.
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La Basílica de la Merçè
La Basílica de la Merçè se encuentra en un lugar privilegiado de la ciudad y hace culto a la patrona de la ciudad. No obstante, a pesar de ser una de las iglesias más representativas de la ciudad, se trata de un enclave mucho menos concurrido que la mayoría de espacios religiosos de Barcelona como son la Catedral, la Sagrada Familia o la Santa María del Mar.
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Con su estilo barroco la Basílica de la Mare de Déu de la Mercè se halla en la plaza que lleva su mismo nombre en el barrio gótico de Barcelona en su zona más al sur a tocar del Paseo Colón.
La iglesia se construyó sobre los cimientos de una antigua construcción medieval del siglo XIII y a lo largo del tiempo ha ido adaptando diferentes estilos arquitectónicos. Incluso algunas de sus estructuras se han desplazado desde otros enclaves como la fachada de estilo gótico procedente de la desaparecida iglesia de Sant Miquel que se levantaba justo detrás de la Plaza Sant Jaume.
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Horarios: El templo está abierto al público los lunes, martes, jueves, viernes y domingo de 10 a 20:00 horas y los miercoles y sábado de 10 a 13 y de 18 a 20. La entrada es gratuita con la posibilidad de realizar una donación.
Visitas guiadas: Asisimo también se realizan visitas guiadas los domingos a la una del mediodía.
Página Oficial: Basílica de la Merçè
La plaza del Duque de Medinaceli
Ya que nos encontramos en esta zona concreta del barrio gótico conviene realizar un par de paraditas y disfrutar de otros lugares interesantes lejos del ajetreo de la cercana Rambla y la Vía Laietana.
Podemos tomarnos un café tranquilamente en la terraza de la pastelería de la plaza de la Merçè con vistas a la iglesia y seguidamente desplazarnos a la plaza del Duque de Medinaceli.
Muchos residentes habrán pasado por aquí con unos cuantos papeles encima ya que el Registro Civil de la ciudad se encuentra en esta misma plaza. Se halla a apenas cuatro pasos de la Basílica de la Merçè y si sois amantes de las películas de Almovódar seguro que la reconoceréis y os sorprenderá. Aquí es donde en la película Todo Sobre mi Madre, Rosa (el personaje protagonizado por Penélope Cruz) llega en taxi a la plaza y observa a su padre (Fernando Fernán Gómez) afectado por Alzheimer paseando a su perro.
La plaza del Duque de Medinaceli se levantó a mediados del siglo XIX en el desaparecido convento de Sant Francesc junto a la muralla del mar que protegía la ciudad. Hoy en día esa muralla ha sido reemplazada por la apertura que ofrece el Paseo Colón con vistas al mar. Una estilizadas y alargadas palmeras decoran la escultura dedicada al almirante Galcerán Marquet que preside la plaza y la agradable y cada vez menos frecuente arena decora el suelo.
Pasage de la Paz
Lo veréis a un par de calles saliendo de la plaza del Duque de Medinaceli o al salir de la Rambla a través de la calle Anselm Clavé. A pesar de encontrarnos en una zona tan céntrica apenas veréis turistas paseando. Lo primero que os sorprenderá es el título que lleva la misma calle con la grafía incorrecta en castellano anunciando su nombre: Pasage de la Paz.
El nombre procede del Convenio de Vergara que se firmó en el año 1839 y dio fin a la primera Guerra Carlista. Lo irónico de la historia es que apenas 3 años más tarde, el general Espartero, uno de los que selló tal convenio de paz, bombardeaba la ciudad de Barcelona a razón de 1000 bombas en apenas 13 horas.
Quizás la historia no fue justa con la calle pero al menos, hoy en día, el Pasaje de la Paz, ofrece al caminante lo que su nombre indica. Si andáis por las Ramblas y necesitáis desconectar de tanto guiri, estatuas y paellas mediocres, no hay nada mejor que adentrarse en el Pasaje de la Paz, respirar hondo y disfrutar de su calma. Sin duda, las paredes que gritan un lavado de cara y las antiguas tiendas y almacenes que siguen abriendo cada día ofrecen un viaje al pasado lejos del bullicio habitual del turismo que agolpa el centro de Barcelona.
El Bosc de les Fades
Para finalizar este pequeño recorrido por el gótico de Barcelona es interesante acercarse al Pasaje de la Banca, junto al Museo de Cera, donde se esconde uno de los bares más curiosos y divertidos de la ciudad. El Bosc de les Fades, es un local que parece haber salido de algún pueblecito elfo de La Tierra Media. Aunque los precios son bastante elevados y no ofrecen servicio en las mesas es un lugar muy peculiar para terminar la jornada y tomarse una buena cerveza fresca rodeado de duendes y una decoración muy imaginativa.
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