Trieste es una ciudad que puedes elegir tanto para pasar un finde tranquilo a orillas del Adriático como punto de inicio o final de un viaje por el norte de Italia, Eslovenia o Croacia.
Por su pequeña dimensión es muy fácil de llevar, limitándote a pasearla a tu ritmo o tomar los buses que te llevan a los lugares atractivos a las afueras de la ciudad, como los castillos de Miramare y Duino.
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Nosotros pasamos allí un par de noches en el Hotel Centrale, situado en el número 1 de la Via Ponchielli, a tan sólo 3 minutos andando del canal de la ciudad, a 5 de la monumental Piazza Unita D’Italia y a menos de 10 de la estación de autobuses en la que te deja el bus proviniente del aeropuerto. El precio de 50 Euros la habitación doble en Septiembre nos pareció bastante razonable dada su magnífica localización y la calidad y limpieza de la habitación. La única pega es que no quedaban habitaciones con baño propio y la cogimos para compartir. Una vez allí nos dimos cuenta de a lo que ellos llaman baño, dado que en la habitación teníamos un lavabo, vidé y ducha, siendo sólo el váter lo que tendríamos que usar en un aseo situado en el pasillo, a menos de 5 metros. También incluye desayuno, pero no es nada del otro mundo.
La aparencia exterior del Centrale os puede engañar porque está emplazado en un edificio de fachada antigua pero su interior ha sido renovado y tiene un aspecto acogedor.
Si estáis buscando alojamiento por la ciudad, os recomiendo que escojáis la zona del Canal o lo más cercano posible a la Piazza Unita porque tendréis casi todos los puntos de interés de la ciudad a un paseo de distancia.
En cuanto a restaurantes: aunque casi en la frontera, estamos en Italia. No dejé de comer pasta y pizza durante todo el fin de semana. No es un mito: estos tíos son los mejores haciendo su comida típica.
Un buen restaurante cercano al canal es Al Barattolo, en la Piazza San Antonio Nuovo. Allí cenamos la primera noche y su pasta es exquisita por un precio bastante económico, aunque realmente puedes cenar, comer o tomarte una buena porción de pizza al taglio en muchos de las calles cercanas al centro, todas a buen precio y buenísimas. Para postre nada mejor que el tiramisú o uno de los magníficos helados de las múltiples heladerías que salpican las calles.
Al ser ciudad portuaria, también posee un buen repertorio de platos de pescado proviniente del Adriático. La mayoría de los restaurantes que los ofrecen se encuentran justo en frente del paseo del puerto.
Para los amantes del café existen varias buenas cafeterías con terracita mirando al puerto, el canal o la misma Piazza que sirvieron de lugar de inspiración al famoso escritor irlandés James Joyce, el cual vivió una larga temporada en la ciudad y su paso se recuerda con varias estatuas dedicadas a él.
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Sin duda Trieste es un buen lugar donde reposar al sol, pasear por sus bonitas calles y llenar el estómago de buenas viandas.