Durante mi deambular con la mochila por los cinco continentes mis lugares preferidos donde pasar la noche han sido los hostales.
Anteriormente publiqué un artículo donde os contaba qué tipo de personajes te puedes encontrar en esos templos del mochilerismo mundial. Ahora os voy a hablar sobre las clases de hostales que he ido encontrando en mi camino.
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Índice de contenidos
1. Templos del buenrollismo y la fiesta
Hay hostales en los que nada más traspasar el umbral de la puerta de recepción oyes unas risas en dolby surround, preludio de la aparición en escena de un tío/recepcionista/dueño/colega-de-todos/muy-cool que te preguntará algunas cosas sobre ti para pasar rápidamente a la parte de todo lo que ese templo del buenrollismo tiene para ofrecerte.
Además, habrás llegado justo a tiempo para la fiesta, barbacoa, botellón, pijama party, noche de póker o concierto acústico del clásico viajero que lleva ya meses en el hostal sin saber hacia dónde partir.
Todos los inquilinos de ese lugar parecen haber nacido en el Reino de Las Nubes de Algodón y sus sonrisas iluminarán cada una de las mañanas, tardes y noches que pases con ellos. Te querrán ayudar en todo, contarte sus historias de viaje y tejerán una tela de araña para que no salgas de su reino.
Este tipo de hostales suelen estar incluidos en la lista de más famosos del lugar en las guías de Lonely Planet y muchos de sus usuarios serán anglosajones.
Si lleváis semanas o meses de soledad o ascetismo y os queréis meter una buena farra y socializaros con otros viajeros, puede ser vuestro lugar pero os aconsejo esquivarlos si lo que queréis es mezclaros con la gente del lugar.
2. Cutres
¿Quién dice que no se puede dormir en Bangkok por menos de 2 euros por persona?. Yo lo confirmo con el grito de guerra que se ha puesto de moda por España: SÍ SE PUEDE.
Una habitación donde un monje de clausura sentiría claustrofobia es la solución. Camastro espartano, baño compartido, ventilador de aspa en el techo (que funcione o no ya es otra historia), paredes desconchadas y pequeña ventana opcional. Si la ventana existe dará a un patio interior y/o tendrá la mosquitera de metal que apenas dejará pasar el aire cálido.
Aunque el precio es para un solo inquilino, lo más normal es que se metan muchos más sin pagar. Cucarachas, hormigas, mosquitos y otros amigables insectos se negarán a pagarte su parte por muy amablemente que se lo pidas. Ellos te respetarán si tú lo haces. Es un pacto silencioso que se ha mantenido por milenios.
Si la variante de hostal cutre es uno de dormitorios con literas y zona común compartida, intenta evitar usar los utensilios de la cocina. Cualquier cosa que quieras cocinar en una de esas sartenes pasará a formar parte de una capa sedimentaria de la que se podría extraer el ADN de un dinosaurio y montar un Jurassic Park de verdad.
Ideal para ciudades o lugares en los que tienes mil cosas para hacer y no piensas pasar un minuto más de lo necesario en la habitación.
3. Hostales guapos en la playa
Estos sí que atrapan.
Y como ejemplo pongo el Baobab Beach que se encuentra en el pueblo mozambiqueño de Vilanculos.
Un hostal en primera línea de playa es un lujo que puede costar muy poco dinero. El lugar puede ser un diez si tiene los complementos perfectos: hamacas entre árboles -en Tayrona (Colombia) eran palmeras cocoteras-, zona de acampada, red de volley o alquiler de material para realizar deportes acuáticos, y el pequeño bar con sus mesas que será el centro neurálgico del recinto.
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Al contrario que los cutres, en estos sí que querrás pasar mucho tiempo. Son ideales para reposar unos días si estás realizando un viaje de larga duración. En ellos encontrarás gente de todo tipo, pudiendo elegir si quieres estar todo el día tomando cocktails y farreándote, haciendo deporte o simplemente encerrarte en tu mundo mientras das largos paseos por la playa y baños en el océano al atardecer.
Muy recomendables.
4. Hostales situados en enclaves inesperados
En esta categoría tengo que incluir un lugar que sin duda ha pasado a formar parte de las leyendas de tres de los cuatro editores de Viajablog.
Normalmente reservas un hostal en un lejano país basándote en los comentarios, precio y localización. Así lo hicimos en la capital de Letonia, Riga.
Situado en el centro histórico de la ciudad el hostal era perfecto para nuestro cometido: pasar dos noches de fiesta y risas mientras animábamos a los jugadores de una Roja que, allá por el 2007, naufragaba luchando a duras penas por clasificarse para la fase final de la Euro 2008.
Instalaciones decentes, buen precio y toda una habitación amplísima con literas para nosotros. Hasta aquí todo normal.
El tema curioso vino cuando nos dimos cuenta de que el bar que había justo junto al portal del hostal no era sólo un bar. Aquel centro de convenciones, bodas, bautizos, banquetes, desayunos, cenas y comidas recreaba a sus clientes con unos bailes realizados por bellas señoritas ligeras de ropa que se abrazaban con celo -y en posturas increíbles- a una barra americana. Estaba abierto las 24 horas del día.
El bar se llamaba “Marquis of Sade”. Ahí lo dejo. No lo busquéis porque regresamos un año más tarde y ya no existía. Todo lo bueno se acaba.
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Hay muchos más tipos de hostales que se repiten en muchos lugares del Mundo. ¿Nos ayudáis con la lista?.
Si tú me dices «fiesta»… lo dejo todo
Jjajaj..claro..y muchos más que no he incluído
Y yo!
jaja buenisimos que buenos recuerdos me traen de un par de ellos en los que he estado!
Cualquiera es bueno para pasar la noche… ¿o no? A mi me gustó uno (no voy a revelar dónde) en el que a media noche alguien me despertó para pedirme… «fiesta». Aun no sé cómo fui capaz de articular palabra… Un encanto de hostel oiga.
Me quedo con el hostal en la playa!!
Venga! Seguro que puedes añadir! Mójate Lourdes! ;)
Hola, muy bueno el post, totally agree! No puedo añadir a la lista pero he vivido todas esas experiencias y coincido. Gracias!