Robo en Nueva Zelanda

Nueva Zelanda

Cuando consultábamos el tema de la seguridad con gente que ya había estado por los países que íbamos a visitar en nuestro viaje de 5 meses en el Sureste Asiático, Oceanía y Sudamérica, casi todos coincidían: mucho cuidado en Sudamérica.

Yo, persona despistada por naturaleza con un récord personal de perder o romper 5 móviles en menos de un año -cada vez me los compro más cutres por esta buena razón, pero no falla: el más chungo siempre me dura-, pensé que en los países latinoamericanos debía redoblar las precauciones. ¡Qué equivocado estaba!.

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El bagaje del viaje se saldó con un robo de una Canon EOS 300 en India, 200 dólares en Tailandia y, la mejor, toda la mochila en Nueva Zelanda…Sí, Nueva Zelanda. Fue en el apacible y precioso país de los kiwis donde nos ocurrió el peor contratiempo de nuestro viaje.

Habiendo pasado un par de inolvidables semanas en la Isla Sur de Nueva Zelanda, comenzamos el retorno hacia Auckland, ciudad de la que partiría nuestro avión en poco más de una semana. Ya en la Isla Norte, decidimos hacer noche en Rotorua. Habíamos perdido nuestra tienda de campaña en un temporal que nos sorprendió en pleno parque natural de Routeburn -Glenorchy- así que aparcamos al lado de un parque y comimos algo dentro del coche mientras oíamos música y veíamos como las gotas de una lluvia leve resbalaban sobre el cristal. Al acabar de cenar, Óscar y Rober se fueron al baño público del parque a fregar los platos -cutres pero apañaos– y yo me quedé fuera del coche hablando con mi padre al teléfono. Cuando acabé la conversación fui a buscarles.

No pasaron más de 4 minutos de reloj desde que me fui hasta que los 3 volvíamos al coche. Nos pareció ver una de las esterillas y una botella de algo tiradas justo al lado del maletero de nuestro coche, nos miramos y dije: No puede ser…Aceleramos el paso y sí, Sí podía ser. Nos abrieron el maletero y se llevaron las 3 mochilas al completo.

Lo mejor del tema es que como el coche se había convertido en nuestra casa, tan sólo una noche antes habíamos decidido guardar toda la ropa que andaba tirada por él en nuestras mochilas. ¡Qué grandes!.

Fuimos a denunciar el robo a la comisaría más cercana y nos dijeron que nos pasáramos de nuevo por la mañana para ver cómo iba el tema. Al día siguiente encontramos la cara de la moneda. Increíble el sistema de ayuda para estos casos que tiene este país. Unas mujeres vinieron a buscarnos en coche, nos llevaron a unos grandes almacenes de ropa de segunda mano y nos dijeron que cogiéramos todas las prendas que habíamos puesto en la lista como robadas. La Asociación de Apoyo a la Víctima de Rotorua nos reequipó con casi todo lo que habíamos perdido en tan sólo una mañana y, teniendo en cuenta que comenzamos el viaje con las ropas más viejas que habíamos encontrado por casa, creo que aún salimos ganando con el cambio.

La parte negativa fueron las mochilas y, sin duda, el pasaporte de Rober. Nos llevó casi 2 semanas de trámites el poder conseguir uno nuevo que tuvo que ser expedido por la embajada española en Australia ya que Nueva Zelanda sólo poseía un consulado español en su Isla Sur (Christchurch).

Todavía sin mochila nueva me presenté en el mostrador de facturación con una pequeña mochila de mano -comprada a última hora- y una gran bolsa de basura negra llena con las pertenencias de segunda mano. El hombre me miró sorprendido cuando vio que mi billete era para Santiago de Chile. Me dijo: ¿Vas a volar con eso?, señalando a la bolsa negra. Cuando le dije lo que nos había pasado el pobre chaval no dejaba de disculparse y decir que no se explicaba cómo eso había podido pasar en su país. Me dejó facturar la bolsa de basura y de esa guisa -negro, flaco, con la bolsa negra en una mano, la pequeña mochila a la espalda y el saco de dormir en la otra mano- aterricé en Santiago de Chile. En contra de la opinión general, había llegado a tierra segura.

La verdad es que tuvimos mala suerte en este aspecto en el viaje pero nos dio para muchísimas risas e historietas.

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¡Viva el profesor John Keating y su Carpe Diem! Con el corazón dividido entre España e Irlanda y 3 viajes de larga duración a mis espaldas me vengo aquí a arengar al personal a viajar. ¡Que la vida es muy corta gente!


David Escribano ha escrito 1905 artículos en Viajablog.
3 Comentarios
  • David 24 febrero 2012
  • JC 24 febrero 2012
  • Pau "el cabró" 8 enero 2010
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